HAMBRE, Knut Hamsun

CapturaLa ciudad de Cristiania, la hoy próspera capital de Noruega que todos conocemos con el nombre de Oslo, no siempre fue un lugar agradable para vivir. De hecho, en la segunda mitad del siglo XIX mucha gente se refería a ella como Tiggerstaden, o la «ciudad de los mendigos», un lugar frío y desolado, donde la pobreza campaba a sus anchas. En este terrible escenario se desarrolla la acción de Hambre (1890), la aclamada novela de Knut Hamsun.

La historia está narrada en primera persona por el protagonista (monólogo interior), del que ignoramos casi todo, incluido el nombre. Se trata en todo caso de un escritor venido a menos que se halla en una penosa situación económica: no tiene dinero ni para pagar el alquiler, ni para comer. Va vestido con harapos y pasa frío… Pero tiene talento y sabe que sus escritos habitualmente son bien pagados por algunos de los periódicos de la ciudad. Así que se aferra a esa incierta opción para poder sobrevivir.

Es un personaje desconcertante. Por una parte, su arrogancia y su orgullo suscitan rechazo, aunque en ocasiones también llega a enternecer al lector con su ingenuidad; en otros momentos en cambio, su comportamiento errático y sus reacciones pueriles resultan irritantes; por fin, su situación desesperada, los terribles efectos de la inanición (tanto físicos como psicológicos) y el delirio en el que acaba instalado sólo provocan lástima y horror.

«Mi cabeza se estaba vaciando y vaciando, y al final la sentí liviana y vacía sobre mis hombros. Percibí este enorme vacío en mi cabeza en todo mi cuerpo, me sentí hueco de arriba a abajo.»

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Escena de Hambre (1966), adaptación cinematográfica de la novela, dirigida por Henning Carlsen.

Durante las primeras páginas uno cree que está leyendo un relato más ligero, una historia entretenida en el que abundan los momentos divertidos: sus súbitos estallidos de ira del protagonista, las estúpidas mentiras que cuenta, sus obsesiones, sus extravagancias…

«Me imaginé que había descubierto una nueva palabra. Me levanto en la cama y me digo: No está en el idioma, la he descubierto yo. Kuboa. Tiene las letras que una palabra debe tener. ¡Buen Dios, has descubierto una palabra! Kuboa… una palabra de profunda importancia.»

Pero no. A medida que avanza la novela el panorama se vuelve más oscuro y desolador hasta conducirnos hasta la terrible realidad. Una verdadera tragedia humana.

La montaña rusa de estados de ánimo del protagonista marcan el ritmo de Hambre: se pasa del miedo a la euforia, de la rabia a la desesperación. También el lector se ve arrastrado por este torbellino de sensaciones, tanto que en algunos pasajes la lectura se vuelve realmente angustiosa. La peor de las sensaciones, la que da título al libro: el hambre lacerante que castiga el estómago del protagonista, que consume su cuerpo y sus energías, que juega cruelmente con su mente y le empuja a abandonarse a la muerte…

Pero el famélico y harapiento escritor resiste. El precario alivio que encuentra chupando algunos guijarros y virutas de madera resulta desgarrador. Pese a todo, consigue mantener cierta lucidez en medio del océano de locura que le amenaza, así como la voluntad de no sucumbir al engaño, la violencia o la deshonra. Una voluntad que, a veces, se quiebra a causa de la debilidad. ¿Con qué autoridad podemos juzgar al protagonista? ¿Quién de nosotros conservaría esos mínimos de integridad en una situación similar? ¿Acaso no acabaríamos vendiéndonos por un miserable trozo de pan?

Es curioso. Ese estúpido orgullo que parece tan ridículo al principio de la novela acaba convertido en su único tesoro. de este modo, el personaje principal, aparentemente frívolo y detestable, adquiere una extraña aura de dignidad. 

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Knut Hamsun (1859-1952)

El estigma nazi de Knut Hamsun

Antes de acabar, vale la pena dedicar unas breves líneas al autor: Knut Hamsun, premio Nobel de literatura en 1920, elevado a los altares primero y después arrastrado por el fango a causa de sus simpatías hacia el Tercer Reich, que aunque ciertas, fueron convenientemente exageradas por sus detractores.

De nada sirvió que en 1943 Hamsun se llegara a encarar con el mismísimo Adolf Hitler exigiendo la liberación de los noruegos encarcelados. Ya había sido señalado. Sus propios compatriotas iniciaron una campaña de desprestigio, con actos públicos donde se arrojaban sus libros a la hoguera (sí, copiando los métodos de los nazis a los que tanto aborrecían).

Todavía hoy, el estigma de filonazi parece pesar más en la figura de Hamsun que la originalidad y calidad de su obra.

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3 comentarios en “HAMBRE, Knut Hamsun

  1. Leí está novela hace ni sé los años y la recuerdo con mucho gusto. El nazismo del autor era el habitual entre sus compatriotas del momento. Tampoco creo que esa desviacion ideológica desluzca mucho la novela esplendida escrita varios años antes de la aparición de Hitler.
    Un abrazo

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