Hace unos cuantos años andaba yo preparando un viaje a Normandía en compañía de mis dos amigos Javi y Pep. Un viaje temático centrado en visitar las playas del Desembarco, los museos, los cementerios… En una palabra: saciar nuestra mitomanía de la II Guerra Mundial, alimentada por cientos de libros y películas.

Para ir haciendo boca yo me había leído ya El Día D, de Anthony Beevor, pero mi mujer tuvo el detallazo de regalarme Hermanos de Sangre (1992), de Stephen E. Ambrose, que no es mal pertrecho para afrontar un viaje de estas características.

Band of Brothers es una novela de ficción, pero que narra hechos históricos y que además está basada en personajes reales.

Es, en resumen, la historia de la Compañía E (llamada compañía Easy) desde su creación y los duros entrenamientos previos a la misión que deben cumplir: participar en la Operación Overlord, lanzándose en paracaídas sobre las costas de Normandía horas antes del Desembarco. La acción continúa en Holanda, Bélgica, Alemania y Austria, alcanzando el mismísimo Kehlsteinhaus, el «nido del águila», la residencia-refugio de Adolf Hitler en Berchtesgaden.

Y digo «la historia de la compañía» porque se podría decir que es una novela coral, en la que aparecen muchos personajes, si bien no todos con el mismo grado de protagonismo, como es lógico. En todo caso, el elogio del compañerismo es constante:

«En el seno de la Compañía Easy muchos se hicieron los mejores amigos. Estaban preparados para morir el uno para el otro, más importante, estaban preparados para matar el uno al otro».

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No he visto la serie de televisión basada en la novela, que al parecer ha sido muy exitosa, porque sospecho que está llena de licencias y pecados de guión que no me van a gustar. Prefiero quedarme con el buen recuerdo que me dejó el libro cuando lo acabé, días antes de tomar el avión rumbo a Francia.

Sin duda el libro me gustó. Sí, es cierto que hay algunos pasajes en los que los soldados estadounidenses son pintados como héroes y los alemanes como demonios (como en casi todas las películas), lo cual no resulta muy creíble, pero hay que recordar que así es cómo los veteranos de guerra, sobre cuyos testimonios construyó la novela, lo vivieron y se lo contaron a Ambrose. Es una visión subjetiva en todo caso, y sin embargo también muestra a un enemigo poderoso, aún en horas bajas, un ejército (el alemán) considerado en su tiempo el mejor del mundo, lo que hace aún más brillante el mérito de esta «banda de hermanos» en el frente.

Para compensar lo anterior, es justo decir que en Hermanos de Sangre quedan muy bien reflejados otros aspectos de la guerra como el miedo, la injusticia, el vacío y la frustración de quienes se ven obligados a combatir y sufrir, y en ocasiones morir lejos de su hogar de forma absurda.

«La única esperanza que tienes es aceptar el hecho de que ya estás muerto. Cuanto antes aceptes eso, antes podrás funcionar como un soldado que se supone que debe funcionar: sin piedad, sin compasión, sin remordimiento. La guerra es eso.»

Algunas frases del libro son terribles:

«No se puede ganar ninguna guerra sin que mueran hombres jóvenes mueran. Las cosas que son realmente valiosas sólo se conservan mediante sacrificios».

Pero todo eso ya lo explicó Erich Maria Remarque setenta años antes, en su magistral Sin Novedad en el Frente.

Me pareció especialmente interesante que se prestara atención a la vida de los supervivientes de la Compañía E después de la guerra, de vuelta a casa.  Algunos de ellos, padeciendo el lógico shock post-traumático.

El rigor histórico se mantiene, y el militar también, o eso al menos aseguran los conocedores del tema. Y sin embargo, el ritmo es bueno y la narración no se empantana en descripciones pesadas y farragosas. Nada que decir. Y sin embargo, si se trata de novelas bélicas con las que divertirse, personalmente prefiero las novelas de Sven Hassel, con todos sus defectos y errores. Cuestión de gustos, supongo.

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