EL LÁPIZ DEL CARPINTERO, Manuel Rivas

9788420433394

Me prestaron El lápiz del carpintero (1998) de Manuel Rivas hace unos años. El préstamo venía avalado con entusiásticas recomendaciones: «Tienes que leerlo, te va a encantar». Eso suele ser siempre un mal comienzo, porque de repente uno pone el listón muy arriba y el riesgo de decepción aumenta.

Pasó todavía un tiempo hasta que me decidiera a leerlo, con la mejor disposición y tratando de ser los más objetivo posible, más que nada para poder responder con cierta solvencia a la inevitable pregunta de la persona que me dejó el libro. Una cuestión de educación, supongo.

Me encontré así con una novela corta que en ocasiones ofrece grandes destellos, pero que en otras se desliza lentamente hacia la monotonía. Es una buena historia, contada de una forma original, pero que desde luego no logró apasionarme. Tal vez eso sea por culpa de la temática y el contexto. Y es que al fin y al cabo se trata de…

Otra historia de la Guerra Civil

La acción de El lápiz del carpintero se sitúa en Galicia durante la Guerra Civil. La narración es un poco confusa al principio, pues empieza por el final, con el protagonista, el doctor Daniel Da Barca, a punto de ser entrevistado por un periodista después de volver de su exilio en Sudamérica. Y ese primer capítulo parece una isla dentro de la novela, pues apenas enlaza con nada de lo que se cuenta a continuación.

Presos republicanos
Presos republicanos durante la Guerra Civil.

El centro de la historia es la prisión de Santiago de Compostela, donde Da Barca es recluido junto a otros republicanos en 1936. Allí aparece Herbal, el otro protagonista y sin duda el personaje más complejo e interesante de la novela, un guardia que odia a Da Barca y se afana por hacerle la vida imposible, pero que a la vez se siente fascinado por su carisma y su conocimiento.

Uno de los presos, llamado el Pintor, consigue un lápiz de carpintero con el que se dedica a dibujar el Pórtico de la Gloria de la Catedral de Santiago, sustituyendo los personajes esculpidos por las caras y cuerpos de sus compañeros de cautiverio. El Pintor muere a manos de Herbal al principio de la novela, pero su voz se instala en la cabeza del guardia y lo acompaña durante toda su vida.

«El pintor quería retratar las heridas invisibles de la existencia…»

Herbal repasa así la vida de Da Barca, la forma en la que sale milagrosamente vivo de dos fusilamientos, sus conversaciones e ingeniosas ocurrencias, su inquebrantable optimismo y su historia de amor a distancia con Marisa Mallo, con los muros de la prisión de por medio. Todo desde su papel de observador, del que pocas veces se sale para intervenir.

EL LÁPIZ DEL CARPINTERO
Fotograma de la película «El lápiz del carpintero» (2003), con Luis Tosar encarnando a Herbal.

Lenguaje poético

Casi no me atrevo a decirlo, porque me consta que Manuel Rivas es una figura idolatrada por tierras gallegas, pero en mi humilde opinión la narración es un caos: se pasa de un narrador en tercera persona a las reflexiones de Herbal en primera sin orden ni sentido alguno. A veces toca volver atrás y leer de nuevo para entender por dónde va la historia. ¿Es algo intencionado? ¿Se trata de un recurso literario? Si es así, confieso que soy demasiado obtuso para entenderlo.

Pero hay algo que compensa lo anterior: el lenguaje poético, lleno de metáforas e imágenes simbólicas y evocadoras que pueblan toda la novela. He leído por ahí que se trata de un acercamiento al realismo mágico latinoamericano, en cambio, a mí me recordó en algunos momentos a algunos pasajes de Las Ciudades Invisibles de Ítalo Calvino, uno de mis libros favoritos de siempre.

«¿Tú sabes lo que es el dolor fantasma? (…) Dicen que es el peor de los dolores. Un dolor que llega a ser insoportable. La memoria del dolor.»

Supongo que eso se debe a que Manuel Rivas es poeta antes que novelista. Y a que es gallego. Porque los gallegos con talento tienen una forma de expresarse que a veces puede desconcertarnos a nosotros, los mediterráneos.

Manuel-Rivas
Manuel Rivas (La Coruña, 1957)

El lápiz del carpintero también tiene una moraleja bien clara: siempre hay una luz al final del túnel. Nunca, ni en los peores momentos, hay que perder la esperanza. Un mensaje que suscribo.

«La justicia pertenece al campo de las fuerzas del alma. Y por eso puede brotar en los lugares menos propicios, pues cuando la llamamos, allí acude, a veces con la venda en los ojos, pero atenta de oído, desde no se sabe muy bien dónde.»

P.S. Septiembre de 2018. Todavía no he devuelto el libro a su dueño. Mea culpa.

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2 comentarios en “EL LÁPIZ DEL CARPINTERO, Manuel Rivas

    1. Hola Carmen,
      La verdad es que, sin ser un mal libro, no es de esos que te dejan una huella profunda o que en el futuro te gustaría releer.
      Pero claro, eso es sólo mi opinión.
      Un saludo!

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