ojos de agua

OJOS DE AGUA, Domingo Villar

Ojos de agua (2006) es la primera piedra de la que debía haber sido una larga e interesante saga policaca, la del inspector Leo Caldas. Por desgracia, el proyecto se truncó después de solo tres títulos a causa del fallecimiento del autor. Y es que Domingo Villar se fue demasiado pronto de este mundo, a la temprana edad de 51 años.

Esta obra es una novela policiaca ambientada en tierras gallegas. Caldas es el encargado de investigar el asesinato de Luis Reigosa, un músico de ojos color claro «tan claros como el agua» que aparece atado en la cama de su apartamento, con signos de haber sido horriblemente torturado en la parte más íntima de su anatomía.

El inspector está en todo momento asistido (aunque a veces lo contrario) por Rafael Estévez, su impulsivo e irascible compañero de Zaragoza que ha sido destinado por castigo a la comisaría de Vigo. Sus pesquisas les conducen a algunos locales de ambiente gay de la ciudad y finalmente apuntan a un pez gordo, un prócer de la comunidad al que no conviene molestar.

Caldas se juega su carrera como policía metiendo las narices donde no debe. Lo que descubre es algo más que un simple escándalo sexual. Un giro inesperado que sacude toda la trama cuidadosamente hilada a lo largo de la novela.

Leo Caldas

Nuestro protagonista es un tipo melancólico y reflexivo. Leo Caldas compagina su trabajo policial con la participación en un programa de radio local bastante popular. «Usted es el de la radio», le dice la gente cuando le reconoce, a su pesar.

Domingo Villar (1971-2022)

Amante del jazz y del buen comer, en su vida cuenta con la presencia de su padre, cada vez más mayor y más gruñón, y la ausencia de Alba, la compañera sentimental con la que acaba de romper.

Caldas va a juego con el paisaje costero de las Rías Baixas, donde transcurre toda la acción. El perfecto contraste a su personalidad lo encontramos en su compañero: el corpulento y problemático Estévez, incapaz de entender la forma de hablar (o de callar) de los gallegos. Esto provoca todo tipo de situaciones incómodas y cómicas, que desatan la reacción virulenta del policía.

Como apunte final, me encanta el guiño que Domingo Villar nos hace a los fans de Camilleri al inicio de la historia. En la mesa del apartamento donde es hallado el cadáver hay dos libros: uno de ellos contiene una importante pista para la resolución del caso. El otro es El perro de terracota, del maestro siciliano. Tal vez por ahí venga la pasión gastronómica que tanto Montalbano como Caldas parecen compartir.

Por lo demás, una novela escrita con un estilo fresco, una trama bien construida y unos personajes de aquellos que hacen afición. Buena lectura.

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