EL PERRO DE TERRACOTA, Andrea Camilleri

9788498384307.jpgDespués del éxito de La forma del agua, el veterano escritor italiano Andrea Camilleri decidió escribir otra aventura protagonizada por su personaje estrella, el comisario Salvo Montalbano, y poner así los cimientos de una larga y exitosa saga, de la que soy declarado fan.

De este modo llegó a las librerías El perro de terracota (1996), con una nueva aventura en ese universo literario y criminal de Vigatà, una localidad imaginaria que todo el mundo sabe que no es otra que el Porto Empedocle, en Sicilia, pueblo natal de Camilleri.

En este caso, a Montalbano le toca lidiar con un doble misterio: uno de la actualidad y otro que hunde sus raíces en el pasado. Buscando un depósito ilegal de armas, la policía realiza un hallazgo extraordinario: dos cadáveres cuya muerte se remonta al menos 50 años antes, un misterio que debe leerse con una clave muy especial, dado que la posición en la que se encuentran los cuerpos y la presencia de algunos objetos particulares sugieren un arreglo ritual que no obedece simplemente a la casualidad.

Como siempre, será su intuición, su ironía y su forma particular y poco ortodoxa de investigar los casos que caen en sus manos lo que lleve a Montalbano a la resolución del enigma con éxito. 

Un héroe de carne y hueso

En esta segunda entrega Camilleri se esfuerza para que el lector conozca mejor al protagonista: su relación con Livia, su «novia a distancia», así como sus pasiones gastronómicas. Montalbano es un glotón que siempre come más de la cuenta por lo que padece luego digestiones pesadas. Y en los contados días en los que pierde el apetito, siempre hay alguien para darle un empujoncito:

«— Está comiendo sin convicción, inspector.
— Es verdad. El hecho es que tengo algo en mente.
— La mente debe ser olvidada cuando el Señor en Su gracia pone un pescado como este en frente de usted.»

No es un héroe, porque se deja arrastrar por sus debilidades. Todo muy alejado del estereotipo de tipo duro o héroe, tan habitual en las novelas policíacas.

«El sexo de pie y caminar sobre la arena harán a cualquier hombre tener un mal final».

La irrupción de Catarella

Catarella
Angelo Russo, el actor que da vida a Agostino Catarella en la serie de TV «El Comisario Montalbano».

Alrededor de Montalbano gravitan los personajes que conforman este universo particular, pero sin duda lo más destacado en cuanto a personajes en El Perro de Terracota es la aparición estelar del entrañable personaje de Catarella, el torpe e irritante telefonista de la comisaría de Vigatà: todo corazón, escaso cerebro, pero devoto admirador del comisario. Imposible no reír a carcajadas con él (o a costa de él). Imposible no tomarle cariño.

Si bien es sabido que la saga Montalbano no se distingue por su excelencia literaria (por otra parte, ese no es tampoco su objetivo), en El Perro de Terracota Camilleri nos hace saber que, si quiere, puede llegar a escribir como los mejores.

El ritmo de la novela no da opción a más, pero el siciliano es capaz de dibujar algunas imágenes emotivas, como la del abrazo eterno de Lisseta y Mario, los dos amantes hallados en la cueva, y de sumir a su protagonista en reflexiones profundas, desoladoras y angustiosas. Definitivamente, las novelas de Montalbano están concebidas única y exclusivamente para entretener y divertir, objetivo que cumplen con creces, pero sería un error pensar que solamente vamos a encontrar eso.

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