El propio Jorge Luis Borges, ya instalado en los laureles de la gloria, confesaba que El Sur, un cuento publicado en 1953 el periódico argentino La Nación, era el relato del cual más orgulloso se sentía, además del último que escribiría con su propia mano, antes de quedarse definitivamente ciego.
«Acaso mi mejor cuento». Esa confesión de Borges no es poca cosa, porque estamos hablando de uno de los escritores más grandes de la lengua española. Tal vez el más grande. Este magnífico relato se puede encontrar en la recopilación de cuentos de Borges titulada Artificios y editada por Alianza.
El gran tema de este cuento no es otro que el del hombre y su destino. El protagonista, Juan Dahlmann, es un trabajador de una biblioteca municipal en Buenos Aires. Un día, entusiasmado por el hallazgo de un ejemplar de Las Mil y una Noches que andaba buscando, tropieza en la oscuridad con la afilada arista de un batiente y se hiere en la frente. La herida se infecta y, después de varios días de fiebre, es trasladado a un sanatorio.
«La fiebre lo gastó y las ilustraciones de Las Mil y Una Noches sirvieron para poblar sus pesadillas».
Dahlmann vive un auténtico infierno médico. Postrado y sin fuerzas, es sometido a toda clase de análisis, pruebas y operaciones, sin llegar a comprender bien qué sucede con él exactamente.
«En esos días, Dahlmann minuciosamente se odió: odió su identidad,sus necesidades corporales, su humillación, la barba que le erizaba la cara…»
Finalmente, el cirujano le informa de que ha estado a punto de morir a causa de una septicemia, pero que ahora ya está listo para empezar su verdadera recuperación. Y entonces se inicia el viaje de Dahlmann al sur, atravesando la Avenida Rivadavia de Buenos Aires, la frontera imaginaria que separa la civilización del mundo salvaje, la realidad de la ficción.
A partir de ese punto la narración adquiere un tono onírico que no deja claro si el protagonista murió durante su convalecencia en el hospital o si al contrario finalmente sobrevivió.
«Y era como si a un tiempo fuera dos hombres: el que avanzaba por el día otoñal y por la geografía de la patria, y el otro, encarcelado en un sanatorio y sujeto a metódicas servidumbres».
Cita con el destino
Borges juega con el tiempo y el espacio, la realidad y el sueño. El trayecto en tren se nos muestra como una especie de viaje iniciático y desconcertante.
«Dahlmann pudo sospechar que viajaba al pasado, y no sólo al sur».

Al fin, después de visitar la estancia de sus abuelos, Dahlmann entra en una taberna a almorzar. Esa será la parada final de su extraño viaje, su cita ineludible con el destino. Mientras come, un grupo de obreros empieza a provocarle y él se ve obligado a plantar cara. Cuando el obrero saca un cuchillo, alguien le lanza otro a Dahlmann para que se defienda.
«Se inclinó a recoger la daga y sintió dos cosas. La primera: que ese acto casi instintivo lo comprometía a pelear; la segunda: que el arma en su mano torpe no serviría para defenderlo, sino para justificar que lo mataran.»
El desenlace, aunque sugerido, queda en el aire, porque lo importante en El Sur es la confusa lucha entre la ficción y la realidad, en el fondo uno de los temas recurrentes de Borges, siempre reflexionando y fantaseando con el infinito, el destino, el tiempo y el espacio. Y todo, como siempre, escrito de una forma elegante y evocadora, la del sello borgesiano que tantos escritores, con escaso éxito, han intentado emular.
Puedes disfrutar de este y otros grandiosos relatos de Borges en este volumen recopilatorio:
Si te ha gustado esta entrada no olvides hacer clic en Me Gusta. Y si quieres leer más reseñas tal vez te interese suscribirte a Un Humilde Lector.
Un comentario en “EL SUR, Jorge Luis Borges”