LdM – Aunque no es una norma sagrada, en general los libros de relatos suelen tener un hilo conductor, un elemento común que comparten las diferentes historias. En Naralí (2020), de Hugo Argüelles, lo que une a todos ellos en un mismo ramillete es el hecho de que el protagonista es siempre un personaje desubicado.
Las historias que conforman Naralí son un tanto desconcertantes, pues se deslizan sobre un filo muy delgado. A un lado está lo cotidiano, lo intrascendente; al otro en cambio se abre un campo de libertad, la ventana por la cual escapar y lanzarse a una incierta aventura. No necesariamente con final feliz.
Por eso mismo resulta imposible no reconocerse en alguna de estas pequeñas aventuras. Es la vida misma. Algunas de ellas ni siquiera son un relato en el sentido canónico. Hay, al menos, dos breves y curiosos cuadernos de viaje. También encontramos un microrrelato y varias narraciones que carecen de nudo o desenlace, solo son una pequeña porción de realidad servida al lector. Para que la juzgue o la digiera a su gusto.
Todos estos relatos están contados en primera persona. Y en casi todos ellos ese personaje descolocado y desorientado es el propio narrador. Excepto en uno (La piscina), en el que la pieza fuera de lugar es un tercero.
Como es natural, he disfrutado más de unas historias que de otras. En todo caso, debo decir que todas están escritas con un estilo pulcro y culto, no exento de fina ironía en muchas ocasiones.
Mis favoritos
Disfruté bastante con El viento de Fornells, que entre otras cosas nos habla de la amistad y sus límites. Por otra parte, El amante velado me transmitió el desasosiego del rechazo y de las inseguridades masculinas, esas que todos hemos padecido en algunos momentos de la vida.
Hay otros dos relatos, en los que entran en juego el asunto de los hijos y la vida en familia, que me han parecido simplemente magníficos: Si el dueño del perro lo ata (donde al fin encontré el enrevesado origen de la palabra que da título al libro) es toda una lección de realismo y un interesante estudio de la inevitable dicotomía que se plantea entre la vida en pareja y la libertad. A la misma altura está La graduación, un relato divertido y triste a partes iguales, lleno de mensajes y matices. Tal vez el mejor de todos.
Probablemente otros lectores extraerán otras conclusiones distintas acerca de lo que encierran los relatos de Naralí. Para mí, leer algunos de ellos ha sido como mirarme en un espejo, algo que siempre te deja una sensación agridulce e intensa. Aunque solamente sea por eso, opino que vale la pena atreverse con esta lectura. Puedes adquirir el libro aquí: