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EL MONTACARGAS, Frédéric Dard

Hace tres años Siruela reeditó una pequeña joya de Frédéric Dard, un autor francés de novela policiaca bastante desconocido en nuestro país. Para muchos, entre los que me cuento, fue una oportunidad para descubrir a este escritor y disfrutar de esta magnífica lectura: El Montacargas (1961).

Portada minimalista, un título sobrio que no ofrece demasiadas pistas acerca de la historia… Pienso que lo mejor que puede hacer el lector es lanzarse a leer esta breve e intensa novela contando con la menor información posible, sin duda la mejor manera de disfrutarla. Por tanto, tal vez seguir leyendo esta reseña no sea la mejor de las ideas (aunque prometo que no desvelaré ningún dato que pueda arruinar la experiencia a nadie).

Una Nochebuena movidita

El relato se inicia con el regreso de Albert Herbin a casa de su madre, que ha fallecido durante su estancia en prisión. Tal vez no haya elegido el mejor momento: es Nochebuena. La casa donde vivió su infancia, las calles del barrio, los adornos navideños… Todos esos recuerdos resultan abrumadores para alguien que está solo en el mundo.

Caminando sin rumbo, Albert acaba cenando solo en una brasserie. Allí conoce a una mujer, la señora Dravet, con la que inicia un peculiar flirteo. Dos almas perdidas que buscan compartir su soledad y tal vez recibir algo de cariño uno del otro. Un encuentro fortuito que parece inocente y enternecedor. Ella le invita a subir a su apartamento, al cual se accede por la entrada de un almacén, a través de un montacargas…

Sé que con estos datos es imposible que nadie pueda hacerse una idea de por dónde va a discurrir la historia. Una trama policiaca con un extraño crimen que se complica por momentos, llena de giros y sobresaltos, donde muchas cosas no son lo que parecen. ¡Menuda Nochebuena la de Albert Herbin! En resumen, mucha intensidad e intriga condensada en pocas páginas. Una novelita que es como el buen café: negro, corto e intenso.

«Queríamos sugestionarnos. Esperábamos que aquel mal sueño terminara. Pero no se trataba de un sueño. La realidad tiene mucha paciencia».

Frédéric Dard demuestra en Le Monte-Charge ser un escritor inteligente, capaz de utilizar los recursos de la novela policiaca clásica, que ya empezaba a estar un poco pasada de moda en esa época, con detalles propios de la novela negra actual. Y eso que con la traducción nos perdemos muchos detalles y juegos de palabras en el original francés, los cuales, al parecer, son la marca de la casa en este autor.

Un detalle interesante de El Montacargas es que el «héroe» no es un astuto detective, audaz y con grandes dotes de observación, sino un hombre a la deriva que acabará metido en un lío tremendo. Herbin nos lo cuenta todo en primera persona.

Ignoro cuántas obras de Dard se han traducido al español, pero sería un detalle que Siruela o cualquier otra editorial se animara a hacerlo (la otra opción es atreverse a leer las originales en francés, el que pueda). Seguro que hay muchas perlas ocultas que descubrir.

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