
No hace falta ser mexicano para disfrutar de esta pequeña maravilla, aunque obviamente el lector de México estará más familiarizado con las numerosas referencias históricas y culturales que salpican el texto de Las batallas en el desierto (1981), de José Emilio Pacheco.
Sin embargo, el tema central de la historia es universal y atemporal, casi se podría decir que eterno: la infancia, la nostalgia, la pérdida de la inocencia, la injusticia social… Parece mentira que todo eso quepa en una novela tan breve. Y digo breve, que no minúscula. Se puede leer en una tarde, pero deja al lector pensando durante días, semanas… Tal vez una vida entera.
De hecho, yo incluso diría que la novela es demasiado breve, ya que la historia da para mucho más. Y es curioso, porque yo soy de los que piensan que la mayoría de novelas que se escriben les sobran muchas páginas, pero este no es el caso.
Colonia Roma
El escenario donde todo transcurre es el barrio de Colonia Roma, en México D.F., en los años inmediatamente posteriores a la II Guerra Mundial.
Este distrito elegante ha tomado el aspecto de un barrio multicultural de la época, donde mexicanos de clase media como el protagonista Carlos conviven con jóvenes adinerados como el americano Jim, pero también con niños y niñas de diferentes orígenes étnicos, como el humilísimo Rosales o el asiático Toru.

El título de Las batallas en el desierto hace referencia a los conflictos armados que rodearon el nacimiento del Estado de Israel, y que los niños reproducen en sus juegos callejeros después de ver las noticias en la televisión y en la prensa.
«Yo no entendía nada: la guerra, cualquier guerra, me resultaba algo con lo que se hacen películas. En ella tarde o temprano ganan los buenos (¿quienes son los buenos?)»
Mariana, Mariana
Ese es el título de la adaptación cinematográfica de este hermoso relato, que llegó a la gran pantalla en 1986 de la mano de Alberto Isaac.
Mariana es la madre de Jim. Una mujer educada, amable y preciosa que encandila al jovencísimo Carlos cuando su compañero le invita un día a merendar a su casa. Un flechazo en toda regla:
«Nunca pensé que fuera tan joven, tan elegante y sobre todo tan hermosa. No supe qué decirle. No puedo describir lo que sentí cuando ella me dio la mano. Me hubiera gustado quedarme allí mirándola».

Carlos se obsesiona con ella de una forma que ni él mismo llega a comprender, pero su enamoramiento es infantil y lleno de inocencia. A tanto llega su pasión que un día se escapa del colegio para ir a casa de Mariana y declararle su amor. Carlos, que no es estúpido, sabe que es una empresa imposible, pero el sentimiento se impone a la razón.
«Enamorarse sabiendo que todo está perdido y que no hay ninguna esperanza».
Para conocer la reacción de ella y todo lo que sucede después hay que leer Las batallas en el desierto. No seré yo quien prive a nadie de ese placer revelando aquí los detalles de la historia.
Antes de acabar, tengo que decirlo: ¡Qué bien escribe Pacheco! Si, lo suyo es la poesía, pero esta incursión en la narrativa fue un regalo para todos nosotros, humildes lectores.
«Voy a guardar intacto el recuerdo de este instante porque todo lo que existe ahora mismo nunca volverá a ser igual.»
…
Si te ha gustado esta entrada no olvides hacer clic en Me Gusta. Y si quieres leer más reseñas tal vez te interese suscribirte a Un Humilde Lector. También puedes invitar a un café a este humilde lector a través de PayPal.
Hará dos años a raíz de un viaje a México lo leí junto a uno de Carlos Fuentes. Ambos escritores mexicanos me «acompañaron» en mi paseo por Nueva España. Hice de ambas novelitas una reseña conjunta que te invito a leer en mi blog.
Tu muy buena reseña me ha mostrado que existe película (¿no?) o eso he deducido en esa referencia a «Mariana, Mariana».
La inocencia del niño al enamorarse de la madre del amigo me ha recordado a mí mismo. Yo creo que en esa edad indefinible quien más quien menos se enamoró infantilmente del padre o la madre de algún/a niño/a amigo/a.
Un abrazo
Me gustaMe gusta
Hola Juan Carlos,
Me encanta tu comentario. Alabo tu gusto para elegir lecturas para tu aventura mexicana.
La película existe, aunque yo no la he visto. Y tienes toda la razón: ¿quién no se ha enamorado de niña/o de algún adulto inocentemente? En mi caso fue una profesora del cole 🙂
Un saludo.
Me gustaLe gusta a 1 persona