EL COLOR DE LA EXISTENCIA, Anamileto Krob

En cierta ocasión le pregunté a mi amigo Juan Luis Calbarro, insigne pero humilde poeta, cuáles eran las reglas de la poesía. Su respuesta fue un tanto evasiva. Me dijo simplemente que un poema tiene que emocionar, a veces inspirando y otras hiriendo. Las reglas formales son lo de menos.

Fiel a sus consejos, me apliqué a leer El color de la existencia (Ed. Letra Minúscula, 2021) con todos los sentidos puestos en la tarea, en busca de esas emociones. Y desde luego las hallé.

En realidad, el poemario que firma Anamileto Krob reúne poemas al uso, algunos haikus y breves sentencias que, bajo el título «frases sueltas», esconden interesantes reflexiones. He aquí un precioso ejemplo:

«La sensibilidad es un arma de doble filo, retoma
sentimientos antiguos y exalta emociones sin
control. Hay que navegar por este océano con la
sutileza de un bergantín.»

Pero hay más: el lector también se sorprenderá con luminosas acuarelas que ilustran algunas de las composiciones poéticas del libro. Algunas de ellas son especialmente bonitas. Y todas, de algún modo, están relacionadas con el poema al que acompañan. Imágenes y palabras en una lograda simbiosis. Me he permitido mostrar algunas de ellas aquí.

El estilo de Anamileto Krob es sencillo, cercano, honesto. Se encuentra en las antípodas de esas obras poéticas cargadas de palabras complejas y crípticos mensajes. Eso no quiere decir que sus poemas sean simples o vacíos, todo lo contrario. Sus versos son directos y apasionados, llenos de fuerza, mientras que los motivos aparentemente sencillos de sus composiciones nos llevan sutilmente de la mano hasta los temas eternos.

Entre los poemas que más me han gustado debo destacar «Flores», un inquietante paseo por el cementerio con sorpresa final. Lo leí varias veces, disfrutándolo cada vez más. También me parecieron magníficos «Envidia» (nunca vi una descripción tan certera de este sentimiento) y «Fortín», que entendí como un elogio resignado de la soledad. En todo caso, esta selección es una cuestión subjetiva. Seguro que otros lectores harán sus propias elecciones y encontrarán en esta obra otros tesoros que tal vez pasaron desapercibidos para mí.

Recomiendo leer El color de la existencia sin prisa, paladeando poco a poco cada uno de los poemas y dejándose atrapar por cada emoción. Las palabras y los pensamientos de esta obra aspiran a permanecer en la mente de sus lectores mucho tiempo después de haberlas leído. Puedes comprobarlo por ti mismo adquiriendo el libro a través de este enlace:

El color de la existencia

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