Cierro la última página del libro y no estoy seguro de qué es lo que he leído. Lo que sí sé es que con Societé Littéraire, de Mariano Zurdo, me lo he pasado en grande.
¿Cómo clasificar esta novela? Esa es ya una pregunta más compleja. Un vodevil negro, según la editorial Talentura. Me parece una definición bastante adecuada, aunque lo cierto es que esta obra es mucho más que eso. Es una bendita locura escrita con mucho talento y mucha gracia.
La sociedad literaria que nos ocupa es una suerte de club de lectura integrado por un grupo de jubilados con mucha miga, pues no se trata precisamente de adorables e inocentes ancianos aburridos. Hay mucha mala leche.
En una de esas reuniones de los jueves, se produce un hecho inesperado: Jimena agrede sin motivo aparente a Román, propinándole un jarrazo en la cabeza. Este suceso destapará todo el meollo de la novela, por la que desfilarán todo tipo de personajes singulares: la propia Jimena y su marido Esteban (con sus infidelidades y su delirante pugna literaria), además de los otros integrantes de la tertulia: Román, Sonsoles, Basilio…
Este último asumirá el papel de detective que toda novela negra que se precie debe tener. Contará con la ayuda de Luis Fernando, cirujano venezolano venido a menos y que trabaja de lo que puede, el cual a su vez encontrará el amor en Teresa, una prostituta senegalesa implicada sin quererlo en la muerte de Esteban.

Menudo lío, ¿verdad? Pero tranquilos: Mariano Zurdo nos guía con maestría en este dédalo de confusiones y secretos, dosificando la intriga con mesura pero derrochando ironía y humor sin miramientos:
«Pues parece que no, no hacía falta dedicarle un capítulo a Sonsoles en estos momentos, pero una página más le venía de perilla al editor para cuadrar los pliegos de la maqueta y la paja, bien aventada, abulta lo suyo».
Los pies de página de Société litteraire bien merecen un comentario aparte. El autor los usa para justificar la inserción del léxico único e intransferible de la novela y para establecer interacciones con el lector que inevitablemente nos van a sacar una sonrisa. Un ejemplo, cuando Teresa confiesa:
«—Se murió debajo mío*
(*) No me sean picajosos con «debajo DE MÍ, debajo DE MÍ…» enmendándole la plana a la pobre Teresa, no pidan a una pobre senegalesa que no cometa errores al hablar cuando ustedes no se esmeran, dequeístas, laístas, que les tengo más que calados.»

No conocía a Mariano Zurdo («republicano, ateo, del Atleti, del Estudiantes y zurdo. Y, esencialmente, raro», como se define a sí mismo), pero en esta obra demuestra ser un virtuoso de las palabras y poseer un sentido del humor muy fino y ácido.
En definitiva, esta magnífica parodia de las novelas policiacas ha sido todo un hallazgo para mí. Uno, en su vanidad lectora, cree que ya ha leído tanto que nada le puede sorprender. Pues bien, yo tengo que reconocer con toda humildad que Société Littéraire me ha conquistado, aunque al mismo tiempo sospecho que esta novela sui generis puede no ser del gusto de todo el mundo.