El 23 de diciembre de 1980, un avión que vuela desde Estambul rumbo a París se estrella cerca de la frontera franco-suiza. Solamente se halla un superviviente: una niña de tres meses. ¿Quién es ella realmente?
Lo cierto es que Un avión sin ella (2012), de Michel Bussi, empieza muy fuerte. El impacto de a tragedia, la incógnita de la verdadera identidad de la pequeña y el juicio que debe determinar si se trata de Lyse-Rose, heredera de la pudiente familia De Carville, o Émilie, la nieta del matrimonio Vitral, que vende crêpes y gofres frente a la playa de Dieppe.
El investigador privado Crédule Grand-Duc se dedicará toda su vida a desentrañar el misterio por encargo de la Sra. de Carville. Tras dieciocho años de pesquisas y después de numerosos viajes a Turquía y a la región del Jura, donde se estrelló el avión, decide tirar la toalla. Eso sí, antes de quitarse la vida, dejará toda su investigación resumida en un cuaderno. La verdad está oculta allí.
Empecé a leer esta novela con mucho interés, pero al final resultó ser como esos fuegos artificiales que iluminan la noche y se van apagando poco a poco.
De más a menos
El autor me mantuvo despistado e intrigado a la vez durante muchos capítulos, pero la historia se fue volviendo cada vez más rebuscada y menos creíble. Hay escritores que cometen el error de pensar que, en el terreno de la ficción, todo vale. No es así. Se pueden contar toda clase de sucesos fantásticos y extraordinarios, pero respetando la lógica narrativa. Si no es así, se corre el riesgo de que el lector se sienta engañado.

Y precisamente así es como me sentí yo en el tramo final de la novela. No explico aquí las razones concretas, por si alguien desea leer la novela. Puede que sea yo quien esté equivocado y lo que considero recursos baratos e insultos a la inteligencia del lector sean en realidad genialidades que soy incapaz de comprender. Debe ser así, pues Un avión sin ella fue una obra muy exitosa en Francia en su momento.
Entre las cosas que no me acabaron de convencer de esta novela están también los personajes: está mal que sean planos, pero tampoco es deseable arrastrarlos hasta la caricatura, como sucede aquí. Tampoco me convenció esa manera de narrar (que ahora está tan en boga) a base de frases cortas, a veces formadas por una sola palabra. Algo del estilo de: «Hacía sol. Mucho sol. Un día de verano. De calor. Un calor asfixiante». Uf, la verdad es que no puedo con esas cosas.
Para ser completamente justo, debo decir que la novela de Michel Bussi logró entretenerme durante la primera parte, con un arranque brillante y prometedor, pero después se me hizo larga. Un poco decepcionante.
Hola Daniel,
Yo he leído la novela. Es cierto que se parece más a un guión televisivo que una novela. A pesar de eso, no me disgustó del todo.
Tengo curiosidad por saber cuáles son esos recursos baratos a los que te refieres. No digo que no estén, solo que tal vez se me hayan pasado por alto.
Un saludo y enhorabuena por mantener el blog en un nivel tan alto.
Noir
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Bueno, voy a tratar de poner un ejemplo sin desvelar nada importante de la novela:
Cuando Marc y Malvina están en el Monte Terrible, él tiene una iluminación, «descubre» la verdad, baja de la montaña en mitad de la noche, llama a su contacto en la operadora telefónica y, tras algunas deducciones tan fulgurantes como poco creíbles, acierta con el domicilio de la persona que busca. Es casi como entrar en un pajar y encontrar la aguja en cinco minutos.
Pues bien, va allí y se encuentra con otro de los personajes, se enzarza en una lucha y, justo cuando va a morir de un disparo al corazón, aparece de la nada Malvina de Carville para salvarle… ¿Cómo es posible que ella esté allí? La explicación: » es que cuando vi que te habías marchado, até cabos y deduje que estarías aquí, blablabla…»
Un Deus ex machina sonrojante.
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