Este ensayo tiene ya algunos años (fue publicado en 2007), pero su contenido sigue siendo interesante. Un mundo sin nosotros, de Alan Weisman, es un curioso ejercicio de imaginación acerca de lo que sucedería si, de repente, la humanidad dejara de existir. ¿Cómo reaccionaría el planeta? ¿Cuál sería el legado humano y cuánto perduraría?

El germen del libro fue un artículo del propio Weisman llamado Earth without people publicado en la revista Discover. Evidentemente, el escenario planteado es muy improbable, pues la hipotética extinción de nuestra especie no sería instantánea, a no ser que sobreviniera a causa de un desastre sideral como el impacto de un meteorito, lo cual también dejaría su huella en el planeta. Eso no es lo que el libro plantea.

El único ejemplo de una situación así (aunque no exactamente comparable) es el colapso súbito y aún no bien explicado de la civilización maya. Cuando esta desapareció, la naturaleza regresó para recuperar lo que el ser humano le había arrebatado. La selva devoró sus ciudades, que permanecieron ocultas durante siglos.

¿Ecologismo o ficción especulativa?

Creo honestamente que hay distintas maneras de entender este libro. Si se lee desde el punto de vista de una ficción especulativa, es una lectura fascinante; en cambio, si lo interpretamos desde una postura ecologista militante, puede resultar peligroso, ya que podría alimentar el argumentario de extremismos como el movimiento por la extinción humana voluntaria (sí, esa gente existe).

Yo, que opté por lo primero, encontré muy interesante ese seguimiento cronológico de lo que iría sucediendo en la Tierra, desprovista ya de presencia humana, con el paso de los días, los años, los milenios… Por ejemplo:

• Unas horas después, la falta de mantenimiento de las centrales eléctricas, plantas químicas, etc. provoca accidentes catastróficos.
• Unas semanas después, por las mismas razones, empiezan a producirse graves accidentes en las plantas de energía nuclear. Se emiten grandes cantidades de radiactividad a la atmósfera.
• Un año después, la vegetación ya coloniza las calles, las autopistas y las fachadas de los edificios.
• Treinta años más tarde, los satélites empiezan a caer sobre la Tierra.
• Cien años después, todas las presas fluviales han cedido y los ríos han recuperado sus cursos naturales.
• Mil años después, las ciudades han desaparecido por completo.

Y así, la naturaleza va borrando la huella humana. El autor incluso baraja la posibilidad de que se desarrollen microorganismos que hagan desaparecer el plástico. Después, llegará el día en el que el Sol engullirá nuestro planeta reduciéndolo a nada. Para entonces, el único vestigio del paso del hombre en el universo serán las viejas señales de radio que recorrerán el espacio infinito, probablemente para nunca ser escuchadas por nadie.

Lo que más me gustó de El mundo sin nosotros no se sube al carro ecológico-apocalíptico tan de boga en nuestros días. Sin negar la lamentable realidad de los daños medioambientales que muchas actividades humanas están provocando, toma la distancia suficiente para relativizar la capacidad de nuestra especie para modificar el entorno. La humanidad dejará de existir y el planeta seguirá su camino. No somos tan importantes, después de todo.

También he de decir que es un libro denso, escrito en tono periodístico y cargado de datos técnicos (tal vez demasiados) que resultan un poco indigestos. Vamos, no es una lectura ligera, aunque sí interesante.