Vaya por delante que mi admiración por Carl Sagan viene de lejos, desde que con los ojos y la boca muy abierta seguía cada sábado por la tarde aquel legendario programa de televisión: Cosmos.

Ya de adulto me reencontré con él echando una nueva mirada a esa puerta abierta a la ciencia, el universo y la imaginación en la recopilación escrita de los contenidos del programa bajo el mismo título. Pero antes de eso cayó en mis manos su gran y única novela Contacto, publicada en 1985.

La verdad es que Contact no se aleja mucho de la línea de los trabajos de Sagan: hacerse preguntas y estimular la imaginación del lector, solo que esta vez decidió expresar sus ideas en forma de relato.

Este es el argumento del libro: los potentes radiotelescopios del programa SETI (Search for Extraterrestrial Intelligence) un proyecto real del cual por cierto el propio Sagan fue colaborador, detectan una extraña señal: una secuencia de pulsos que representa los primeros números primos. Al ser altamente improbable la existencia de un fenómeno natural que dé lugar a dicha secuencia, los astrónomos concluyen que su origen debe ser una forma de vida inteligente extraterrestre.

No, no voy a destripar la historia, al contrario, os invito a leerla y a disfrutarla. Solo os adelantaré dos cosas: lo realmente interesante es, a partir del punto que nos propone el autor, imaginar o deducir cuál o cuáles van a ser las reacciones de la Humanidad ante una noticia de tal calibre, algo que trastocará la concepción del Universo y del lugar del ser humano en él.

Lo segundo: si no habéis visto la película, mejor, pues es infinitamente inferior a la novela, dejando de lado las incomprensibles modificaciones argumentales que perpetra.

Otro aspecto a destacar de Contact es que, pese a ser una novela de Ciencia Ficción, es una obra eminentemente «saganiana», es decir, un trabajo entretenido y didáctico que nos ayuda a repasar los rudimentos de las teorías de la gravedad y de la relatividad además de ilustrarnos en los principios de la mecánica cuántica de forma sencilla.

Sagan, el maestro

Una pequeña digresión. La ocasión lo merece pues no vamos a tener muchas ocasiones para hablar de Carl Sagan cuando abordemos la literatura de Ciencia Ficción, siendo ésta su única incursión en el género.

No hay espacio suficiente para reproducir aquí todo lo que Sagan ha significado en el campo de la divulgación de la ciencia y el saber. Sí podemos destacar que fue el gran pionero y visionario de la astrobiología. Hace 40 años ya especuló con las posibilidades de que los satélites Europa y Titán pudiesen tener un entorno habitable. Si hubiera vivido unos años más habría asistido al descubrimiento de numerosos exoplanetas.

Además de su participación activa en el proyecto SETI tuvo la idea de enviar mensajes al espacio, en las sondas Pioneer y Voyager, concibiendo una serie de signos y dibujos que pudiesen ser comprendidos por una hipotética civilización extraterrestre que los recibiese.

La mejor manera de conocer la obra de Sagan es leer su libro Cosmos, base de la famosa serie de televisión homónima (Cosmos. Un viaje personal) presentada por él mismo entre 1977 y 1980. En esta obra aborda constantemente uno de sus temas favoritos: la íntima conexión del hombre con el Universo. “Somos polvo de estrellas”, dejó escrito.

El programa SETI y la señal WOW

Como hemos dicho antes, Sagan fue uno de los científicos que participaron en este fascinante proyecto que se inició en 1970 bajo los auspicios de la NASA.

Hasta la fecha el rastreo de señales electromagnéticas en el espacio no ha dado ningún resultado, salvo en una ocasión: la señal WOW, registrada el 15 de agosto de 1977 por el radiotelescopio Big Ear. Este es el único mensaje (si podemos llamarlo así) recibido hasta hoy que podría tener un origen extraterrestre y podría haber sido emitido por un ser inteligente.

Por desgracia, han pasado ya casi 40 años y la señal no se ha vuelto a repetir. Solo se sabe que procedía de la constelación de Sagitario. El nombre de WOW proviene de la anotación que se hizo sobre el papel continuo donde se registró la señal. Es muy probable que Sagan se inspirara en este suceso para construir sobre él el punto de partida de su narración.

Decepcionante adaptación al cine

No sé si es casualidad o se hizo expresamente, pero la realidad es que la película basada en la novela se estrenó un año después de la muerte de su creador. Mejor para él.

Contact, dirigida por Robert Zemeckis (1997) es hoy mucho más popular entre el público que el libro en el que está basada, lo cual no sería malo de no ser por las “traiciones” que comete con la historia original. Para algunos no es para tanto, pero en mi opinión, y a pesar de la gran interpretación de Jodie Foster, dinamitan todo el mensaje de la obra.

¿Por dónde empezar? Dejando de lado el detalle de que sustituyan a la primera mujer en la presidencia de los Estados Unidos, como aparece en la novela, por la figura de Bill Clinton, el guión se carga todo el mensaje optimista de Sagan, que apuesta por la unidad de los humanos y sus naciones ante un hecho que les supera y les hace entender lo absurdo de sus disputas egoístas.

Sí, a mí también me pareció leyendo el libro que el autor pecaba de un exceso de ingenuidad, pero jamás se me ocurriría cometer el sacrilegio de convertir su historia en un cuento de buenos y malos, héroes y villanos. Ni siquiera Zemeckis tiene la excusa de que filmara su película con las presiones y la atmósfera de la Guerra Fría: el Muro de Berlín había caído ya hace algunos años.

Y para completar el despropósito, uno se queda estupefacto al ver cómo desaparece como por arte de magia el último capítulo de la novela, tanto o más importante que el resto. Esta es la guinda de un pastel que nunca se debió cocinar, sobre todo cuando la receta de la que parte es tan maravillosa. Sagan, desde su otra vida en alguna estrella lejana, sabrá perdonarles por su atrevimiento. Yo no.

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