Prostibulum (2016) es la segunda novela de Juan Antonio Rodríguez, escritor mallorquín que cultiva el popular género de la novela histórica con notable solvencia.
Viajamos al siglo XV, una de las épocas más fascinantes y terribles de la historia humana, cuando la luz del Renacimiento y el Humanismo estaba a punto de aparecer en el horizonte, poniendo fin a la oscuridad del Medievo.
La historia de Prostibulum gira en torno a la gestación del Malleus Maleficarum (el martillo de las brujas), un tratado redactado en el año 1485 que acabaría convertido en una especie de manual para inquisidores y cazadores de brujas de toda Europa.
Nuestro protagonista, Servacio Vanckel, es un joven escriba al servicio del Papa que es enviado a la ciudad de Colonia con la misión de redactar este libro al dictado del siniestro inquisidor Heinrich Kramer. Él es quien, al final de sus días y desde la distancia que dan los años, rememora aquel capítulo de su vida y nos introduce en la historia, empezando así:
«Pocos libros podrán llegar a ser considerados más infames, dañinos y mezquinos que el Malleus Maleficarum, El Martillo de las brujas. Llegará el día en que a todas las gentes el conocimiento de su contenido produzca incredulidad, luego un horror indescriptible y, por último, indignación, pues ningún libro podrá jamás causar tanta maldad en el mundo ni tener tan trágicas consecuencias como ha tenido su redacción, cuya tinta aunque guiada por las palabras de otros, solo yo plasmé en mi labor de escribano.»
Mezclando personajes ficticios con otros reales, como Jacobus Spengler o el propio Kramer, el autor construye su historia pasito a pasito, introduciendo a cada uno de los personajes a medida que avanza el relato, de un modo gradual y asumible por parte del lector, lo cual en una novela de estas características es de agradecer.
Entre los otros personajes que aparecen en Prostibulum hay dos que destacan por encima del resto: Fray Remigio de Metz, un sabio entrañable y borrachín, y Dulcie, la joven y bella prostituta de la que Servacio se queda prendado. Es en ella en quien se reflejan todas las injusticias de las que fueron objeto las mujeres en aquellos tiempos de superstición y fanatismo religioso.
Caza de brujas
En líneas generales, y para no destripar la trama de la novela ni desvelar su final (un magnífico estrambote, por cierto), lo que nos encontramos en Prostibulum es, en cierto modo, una nueva representación de la eterna lucha entre el bien y el mal. En esta batalla concreta, los personajes principales, movidos por las más nobles intenciones, se atreven a desafiar a poderosos enemigos, aún a sabiendas de que el peligro es grande y las posibilidades de éxito mínimas.
Enfrentarse a la Iglesia Católica, pero también a la ignorancia y la mezquindad de muchos de sus semejantes, parece una empresa demasiado ambiciosa para el joven e inexperto Servacio. La mujer, la prostituta, la bruja… Todo se mezcla de una forma ominosa en la mente de los inquisidores y de quienes les escuchan absortos. El propio Kramer lo proclama con vehemencia en repetidas ocasiones:
«La lujuria es esa atroz concupiscencia, ese pecado que públicamente todo hombre dice rechazar y que, sin embargo, secretamente todos desean cometer».
«…solo la lubricidad, la blasfemia y la corrupción de las costumbres son los responsables de las pestes, el hambre y las desgracias que asolan al hombre honrado.»
«Empuñaremos el Malleus Maleficarum, el Martillo de las brujas que arrojaremos contra todas las que han firmado un pacto, ése que consiste en obedecer al demonio en todas las cosas. Y para ello debemos buscarlas, reconocerlas, detenerlas, enjuiciarlas y condenarlas.»
Servacio, involuntario partícipe de la redacción del Malleus Maleficarum, no sólo sufre por el destino de Dulcie y de otras mujeres, sino que teme que la abominable creación de Kramer y Spengler acabe llevando el horror, la injusticia y la muerte hasta el último rincón del mundo.
Para los amantes de la historia
En Prostibulum hallamos reminiscencias de El nombre de la rosa, la inmortal novela de Umberto Eco, aunque en un escenario histórico más cercano al Opus Nigrum de Marguerite Yourcenar. Pero por encima de todo encontramos una crítica descarnada a la Iglesia Católica de aquella convulsa época de transformaciones e incertidumbres, una Iglesia cínica, hipócrita y lujuriosa. Sí, lujuriosa. De hecho, el sexo es uno de los ingredientes fundamentales de esta novela.
Una cuestión especialmente interesante en Prostibulum es la de la figura del amanuense, el oficio que desempeña Servacio, que vivía a mediados del siglo XV, antes de la invención de la imprenta, sus últimos tiempos de gloria. De hecho, la novela se divide en cuatro partes (El pergamino, La Pluma y la tinta, La redacción del manual y El códice) los cuales hacen referencia a cada uno de los pasos de la elaboración de un códice medieval.
Enlazando con lo anterior, hay dos aspectos literarios en Prostibulum que me gustaría destacar: en primer lugar, la dificultad que supone articular un relato tan preciso narrado en primera persona (quien haya hecho sus pinitos escribiendo sabe a lo que me refiero), un reto resuelto en este caso de forma impecable; por otra parte, el remarcable trabajo de documentación realizado por Juan A. Rodríguez, imprescindible en cualquier novela histórica que se precie. Son irreprochables la profusión y exactitud de los detalles a la hora de describir las formas de vida y la mentalidad de la época, así como el acertado encaje de la narración con el contexto histórico en el que ésta transcurre.
En resumen, una buena lectura para los amantes de la novela histórica pero también para los que buscan una historia con la que entretenerse y emocionarse.
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Una muy buena pinta la que tiene esta novela. La época y el trato y equiparación que se hacía de las mujeres con las brujas me atrae mucho. Tomo nota y la coloco en lista de espera.
Un abrazo
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Hola juan Carlos,
Sí, la verdad es que como dices el tema es muy interesante. Para mí ha sido una grata sorpresa.
Un saludo.
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