Esa forma tan sencilla y hermosa de escribir que tenía Miguel Delibes está al alcance de muy pocos autores en lengua española. Podría citar muchos ejemplos, pero hoy toca hablar de La Hoja Roja (1959), una obra conmovedora y maravillosa.
Es una novela costumbrista ambientada en la España de la posguerra, donde, entre otras cosas, queda expuesta la realidad de una sociedad atenazada por la precariedad, así como el abismo que entonces mediaba entre el mundo urbano y el real.
Don Eloy
El protagonista de la historia es don Eloy, un trabajador municipal que afronta su jubilación como un castigo. Ya viudo, con una pensión modesta y acosado por la soledad, vive atormentado por tristes pensamientos y por la certeza de que su tiempo en este mundo está llegando a su fin.
Eloy siempre tiene frío, un frío que él identifica con la muerte y del que no logra librarse haga lo que haga.
“Uno se enfría, no cuando hace frío sino cuando teme que va a enfriarse.”
Sumido en la rutina y la decrepitud, el viejo no deja de recordar lo que una vez le dijeron: «la jubilación es la antesala de la muerte», lo cual parece volverse una realidad inexorable cuando un día comprueba que le ha salido «la hoja roja en el librillo del papel de fumar», esa que sirve de aviso de que ya sólo quedan los últimos papeles. Esa metáfora es la que da el título al libro.
La Desi
Página a página, hay otro personaje que adquiere protagonismo progresivamente hasta llegar a ponerse a la altura de don Eloy: Desi, la criada. Una chica de pueblo que se fue a trabajar a la ciudady acabó sirviendo en la casa del anciano.
Desi es simple y de escasa inteligencia, pero honesta y dotada de un gran corazón. A pesar de los comentarios maliciosos de la Marce, otra chica de su pueblo que también trabaja en una casa del vecindario, Desi se siente cómoda en casa de don Eloy. Ella es paciente con las rarezas del anciano y sus fallos de memoria. De hecho, acaba tomándole cariño, porque es educado y la trata con respeto. Así, ambos tejen una extraña relación afectuosa, casi como de padre e hija, a la que se ven empujados cada uno por sus propias circunstancias personales.
Y es que, más que la muerte o la vejez, el gran tema de La Hoja Roja es el de la soledad. Don Eloy, que es viudo y perdió a su hijo Goyo de forma prematura cuando el chico tenía sólo 22 años, vive de los recuerdos.
“De joven soñó con la jubilación y ahora, de jubilado, soñaba con la juventud”
El viejo Eloy está pendiente siempre del cartero, por si llega carta de su otro hijo. Este trabaja de notario en Madrid y lleva una vida desahogada, pero apenas se acuerda de su padre. Por otra parte, los amigos de toda la vida son ancianos o ya han muerto, y los antiguos compañeros de trabajo parecen haberle olvidado.

También Desi siente el peso de la soledad. Lejos del pueblo y de la familia, solamente cuenta con la amistad con la Marce, la cual demasiadas veces demuestra ser poco de fiar. La ilusión de encontrarse con su novio del pueblo, el Picaza, que llega a la ciudad para hacer la mili, pronto se viene abajo a causa del carácter pendenciero y egoísta del joven. Eso que Desi llama la «veta mala».
Creo que he contado demasiado y se me ha colado algún que otro spoiler pero, al fin y al cabo, La Hoja Roja tiene ya casi 70 años y si no la habéis leído aún deberíais hacerlo ya. Tal vez, igual que yo, acabéis conmovidos por esta historia tan sencilla y tan triste, ambientada en otra época pero perfectamente válida para nuestros tiempos.
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Tengo un recuerdo imborrable de esta novela que leí en mi muy primera juventud o última adolescencia. La hoja roja del librillo de papel de liar tabaco y el aviso de que el final ya se avecina me impactó mucho. Han pasado los años y esta novelita la recuerdo como si la acabase de leer. Muchas gracias por recordármela, Daniel
Un fuerte abrazo
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Gracias a ti por comentar y compartir ese recuerdo. Delibes es uno de nuestros más grandes escritores del último siglo, y a veces parece que no nos acordamos de él lo suficiente.
Un saludo!
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Magnífico
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Así es.
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