LOS PROPIOS DIOSES, Isaac Asimov

9788497938242En mi recorrido literario por los premios Hugo, llegó el día que me tocó leer Los propios dioses (1972), de Isaac Asimov. Un ejemplo más de que la ciencia ficción puede ser un género grande.

La novela se divide en tres relatos bien distintos que sin embargo forman parte de la misma historia. Tal vez el tercero de ellos sea el menos impactante, pero necesario para concluir la narración al más puro estilo asimoviano, es decir, optimista y esperanzador.

A destacar también que en The Gods Themselves el gran Asimov se atreve a abordar el tema del sexo de una forma jamás vista antes en la ciencia ficción. El sexo de aquí y también el del «parauniverso». No te preocupes si no has entendido nada, tal vez si sigues leyendo (o mejor, si te atreves con la novela), lo descubrirás todo.

En cuanto al título, se trata de una frase extraída de una obra de Friedrich Schiller, La Doncella de Orleans, en la que se dice: “Contra la estupidez, los propios dioses luchan en vano”. De la misma frase extrae el autor los títulos de los tres relatos que conforman la novela.

Contra la estupidez

Hallam es un científico mediocre y mezquino que vive a la sombra de su colega Denison, mucho más brillante que él y más reconocido. Pero un día Hallam tiene un golpe de suerte. Algo extraño sucede en su laboratorio: un recipiente con tungsteno 186 se vuelve radioactivo sin razón aparente. Al analizarlo descubre que se ha convertido en plutonio 186, algo imposible, un hecho que va en contra de las leyes de la física.

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¿Cómo ha podido suceder esto? La explicación proviene de la existencia de un universo paralelo donde las leyes físicas son diferentes a las del nuestro. Son los seres de ese parauniverso los que se las han ingeniado para enviar este material. Se trata en realidad de un intercambio: por cada 20 electrones que llegan a nuestro universo 20 positrones viajan al otro.

Aquí Asimov se entretiene en explicaciones en las que los lectores torpes como yo se pierden (esta parte de la novela pertenece al subgénero hard sci-fi), pero que no tenemos más remedio que asumir.

El resultado: la creación de la Bomba de Electrones, energía barata e inagotable para nuestro universo. La panacea. Con este hallazgo, Hallam es elevado a los altares de la ciencia. Mientras, hay otro científico llamado Lamont, el cual sospecha que hay un peligro escondido en la Bomba de Electrones, una amenaza para la supervivencia de nuestro sol y de nuestro planeta. Pero nadie le va a tomar en serio porque…

“La forma más fácil de solucionar un problema es negar su existencia.”

Pero sobre todo porque…

«Es un error suponer que la gente desea que se proteja el medio ambiente o que sus vidas se salven, y que estarán agradecidos con cualquier idealista que luche por tales fines. Lo que la gente quiere en realidad es su propia comodidad individual «.

Los propios dioses

La segunda parte de la novela se adentra en el mundo extraño y misterioso del «parauniverso». Asimov dijo en su día que esta era la obra de la que se sentía más orgulloso.

Author Isaac Asimov
Isaac Asimov (1919-1992)

Lo cierto es que este segundo relato es una verdadera delicia. En él, el autor nos describe un  universo que languidece, con estrellas que se apagan, abocado a unaextinción irremediable.

En él sólo existen dos especies: los «seres duros» y los «seres blandos», que a su vez se dividen en tres tipos diferentes: racionales, paternales y emocionales. Tres sexos en realidad, que se unen para formar tríadas. Cuando se produce la fusión, es decir, el acto sexual, estos seres pierden la conciencia y alcanzan un éxtasis de placer que se puede prolongar durante días.

La tríada protagonista está formada por Odeen (racional), Dua (emocional) y Tritt (paternal). Asimov, de origen ruso, no se complicó y usó los números de su legua natal para nombrar a estos seres.

También hay otro personaje esquivo, Estwald, el «ser duro» que ha creado la Bomba de Positrones, capaz de importar energía desde nuestro universo para la supervivencia del suyo.

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¿Luchan en vano?

La tercera parte de Los propios dioses se desarrolla en la Luna, que los humanos ya han colonizado. El denostado Denison del primer relato es el protagonista. Ahora es un emigrante que sigue obsesionado con el peligro de la Bomba de Electrones. Allí se encontrará con Selene, una intuitiva que le brindará una inesperada ayuda.

Comparado con los dos anteriores, el tercer relato es bastante flojo y aburrido. Tal vez por eso lo que debía ser una obra maestra de Asimov se queda sólo en una novela interesante y muy original. En todo caso, vale la pena leerla, de principio a fin.

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