Son muchos los que opinan que John le Carré es el mejor autor de novelas de espionaje que jamás haya existido. Una cosa es segura: conocía muy bien la materia sobre la que escribe, ya que él mismo fue un espía.
Su vigésima cuarta novela, A Legacy of Spies, publicada hace un año, fue catalogada por sus seguidores como un trabajo completamente distinto a sus obras anteriores. De hecho, supone un regreso a una de sus primeras obras, y probablemente su novela más conocida: El espía que surgió del frío (1964). ¿Es una despedida? ¿Se está cerrando el círculo? Podría ser, ya que el bueno de John le Carré alcanzó la provecta edad de 87 años el pasado mes de octubre.
David Cornwell (pues ese es su nombre real) estudió en la ciudad suiza de Berna, por lo cual dominaba a la perfección tres idiomas: inglés, su lengua materna, francés y sobre todo alemán. Ese fue uno de los motivos por los que, cuando sólo contaba con 16 años de edad, fue reclutado en los años cincuenta por MI6, el Servicio de Inteligencia Secreto del Reino Unido.
Durante diez años y bajo una identidad falsa trabajó como agente secreto en Alemania Occidental. Todo fue bien hasta que Kim Philby, un topo de la KGB infiltrado en los servicios secretos británicos, acabó con su carrera y la de muchos otros revelando la verdadera identidad de los miembros de la red de espionaje británica en Alemania y sus tapaderas.
Jubilado como espía de forma brusca y prematura, Le Carré decidió empezar a escribir novelas de espionaje, cosechando rápidamente un éxito rotundo. Eso sí, para ello tuvo que recurrir por razones obvias al pseudónimo por el que todos le conocemos.
Es de suponer que su antigua profesión le sirvió de inspiración y al mismo tiempo le proporcionó mucha información sobre ese mundo del espionaje, con esa complejidad y ambigëdad que tan bien refleja en sus novelas. Un mundo en el que los héroes no son superhombres, sino hábiles mentirosos y discretos manipuladores, seres de carne y hueso con comportamientos y reacciones humanas, las cuales son muchas veces su principal debilidad.
Actualmente John le Carré disfruta de un plácido retiro en la región de Cornualles, en el suroeste de Inglaterra. Ahora que afronta la recta final de su vida, debemos adelantarnos a los homenajes póstumos artificiosos y agradecerle todo lo que nos enseñó acerca del mundo de los espías en novelas como El topo (1974), La chica del tambor (1983), La Casa Rusia (1989) o El infiltrado (1993). Nos enseñó muchas cosas, aunque probablemente se irá al otro mundo con muchos secretos sin contar.
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Me pareció muy interesante como puse en el blog.
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No sabía que habías reseñado A Legacy of Spies, acabo de verlo en tu blog.
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