Me lo pasé realmente bien con esta novelita negra sencilla y divertida que se lee de un tirón.
Papel mojado (1983), de Juan José Millás, fue, al parecer, una novela escrita por encargo, pero sin duda el autor se entregó a la labor con todos sus recursos y sus virtudes (que son muchas).
El protagonista es un gris periodista de la prensa del corazón, un ser infeliz y depresivo. El nombre con el que firma sus artículos (Manolo G. Urbina, donde la «G» oculta un apellido demasiado vulgar para un escritor: García) es objeto de cierto cachondeo por parte de sus allegados, que le llaman «Manolo Gé».
Este personaje tan poco dotado a priori para lanzarse al oficio de detective privado, se ve envuelto en una investigación a raíz de la muerte de su amigo Luis Mary, con el que mantenía una particular relación de amor-odio (y por el que siente un poco de envidia también). Manolo se lo aclara al principio de la novela:
«El que quiere ser escritor soy yo. A ti lo que te gusta es ser un personaje de novela, y hay que elegir entre una cosa y otra, porque no se pueden ejercer las dos al mismo tiempo.»
La intriga se mantiene constante en esta historia que se desarrolla en el Madrid de principios de los 80, cuando todo el mundo fumaba en todas partes y para llamar por teléfono había que meter cinco duros en una cabina. Para mí que ya tengo una edad, todo esto también forma parte del encanto de Papel mojado.
Además, el estilo de Millás hace que la historia sea muy entretenida. Los diálogos son muy vivos y hay momentos de ironía que te arrancan alguna que otra sonrisa:
«Hay algo que me impresiona de usted y es el rigor con el que se equivoca«.
No, no es un libro humorístico, pero los vaivenes emocionales del protagonista y su vida, que en ocasiones roza lo patético, son de lo más desternillante.
«Pensé en irme a dormir a casa de mis padres, pero no había visto que ningún detective actuara así en las novelas ni en el cine.»
Imposible no tomarle cariño a Manolo G. Urbina y sus agudas reflexiones:
«No hay ciudadano que bien investigado no merezca diez años de cárcel».

Pero que quede claro: esta pátina satírica de Papel mojado no desmerece en absoluto la calidad de la novela, con una historia bien construida y un final sorprendente.
A Millás le fue muy bien con este trabajo: vendió muchos ejemplares y, según parece, esto le animó a dedicarse al oficio de escribir (noveles y artículos) a tiempo completo, para regocijo de sus muchos seguidores.
…
Si te ha gustado esta entrada no olvides hacer clic en Me Gusta. Y si quieres leer más reseñas tal vez te interese suscribirte a Un Humilde Lector. También puedes invitar a un café a este humilde lector a través de PayPal.