Sé que muchas personas no se atreven a empezar con un libro antes de haber terminado el que están leyendo. Temen confundirse, mezclar tramas y personajes, intercambiar datos… Existe la absurda creencia de que al leer dos o más libros a la vez no se presta la atención debida al libro que se tiene entre manos. Pero eso no es cierto.
Si pensamos así en realidad subestimamos nuestra capacidad cerebral. ¿Acaso no podemos por ejemplo simultanear la lectura de un libro con el seguimiento de una serie de televisión?
Confieso que yo también pensaba así hace muchos años. Ya en mi época de estudiante empecé a combinar las lecturas obligatorias con las otras, las de ocio. Poco a poco, la «doble» lectura se convirtió en un hábito: una novela para antes de ir a dormir, otro libro para leer en el autobús… En algunas ocasiones he llegado a tener hasta tres en danza, pero no más.
También debo decir que no siempre es así. Ya hay demasiadas imposiciones en este mundo como para cargarnos nosotros mismos con otras nuevas. Así que muchas veces leo un sólo libro, de principio a fin, sin interferencias. Me suele pasar cuando me topo con una de esas novelas que enganchan, de las que te obligan a apagar la tele y a poner el móvil en silencio. En esos casos me entrego a una única lectura en cuerpo en alma, en exclusiva, relegando a los otros libros a la lista de espera.
Cada uno conoce sus propios límites. Con los años, yo he comprobado que soy capaz de leer con más velocidad sin menoscabo de mi nivel de atención, y puedo combinar varias lecturas a la vez sin que eso suponga mayor problema. Además, el e-reader, que nos permite almacenar miles de libros en la mochila o sobre nuestra mesita de noche, es en este sentido un poderoso aliado.
Algunas reglas
Eso sí, a pesar de todo sigo ciertas reglas dictadas por mis propias limitaciones y preferencias. Es posible que éstas no resulten útiles para otros lectores, ya que cada persona es un mundo, pero a mí me funcionan.
Por ejemplo, cuando leo dos libros a la vez, intento siempre que sean de distintas temáticas (los seguidores de este blog ya saben que me decanto más por novela negra y ciencia ficción, aunque a veces cae algún ensayo interesante), lo cual es un modo de «separar» ambas lecturas en dos compartimentos diferentes de mi cabeza.
En fin, allá cada cual son sus gustos y hábitos lectores. Yo sólo he querido escribir estas líneas para declarar que, en efecto, se pueden leer varios libros a la vez (y no estar loco).
…
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Buenas!
Yo no suelo leer varios a la vez pero alguna vez lo he hecho. En mi caso no me había planteado el hecho de separar temáticas; mi técnica es más bien uno para casa (más gordito o de edición más cuidada que no quiero estropear) y otro para fuera (normalmente bolsilibro o ebook). En algunas ocasiones también combino una lectura cualquiera con una que esté leyendo en Lectura Conjunta en algún club de lectura o por tuiter. Nunca muchos como dices, en mi caso, nunca más de dos.
No suelo tener problemas de mezclar tramas, es como dices, ¿Acaso no podemos seguir una serie y un libro totalmente distintos?
Saludos! Interesante artículo.
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Hola!
Tienes razón, creo que nuestro cerebro está preparado para eso. ¡Si el mío lo está, significa que lo está el de cualquiera!
Cada uno tiene sus trucos, su propio sistema, no hay reglas. No importa cuándo, cómo y dónde se lea, lo importante es sentirse cómodo. Y en este sentido el ebook es un inventazo, hay que reconocerlo.
Un abrazo y gracias por comentar!
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¡Hola Daniel!
No suelo leer menos de tres a la vez y no hay problema alguno. Lo único es que hago es crear ámbitos diferenciados para cada lectura, algo así como temas, tiempos y entornos distintos que me permiten en el mismo día o semana no mezclar mentalmente las temáticas. Por ejemplo, el libro de la mañana, el de la hora del café y el de antes de acostarme. La heterogeniedad temática ayuda a no experimentar esa sensación de mezcla. Antes leía como un avión, pero disfruto mucho más ahora de esa diversidad.
A partir de cierta edad sabe mal monopolizar el tiempo a una sola temática y/o actividad. Es cierto que me ayudaba tener objetivos paralelos a la carrera y no necesariamente de menor volumen, sino activado por la motivación. Recuerdo que aprobé el examen del patrón de yate el día siguiente de graduarme en la universidad.
¡Te felicito por el artículo!
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Hola Tony,
Me complace tu comentario porque respresenta una visión mejorada y aumentada de lo que trato de reflejar en mi entrada.
Un saludo,
Daniel
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