SIEMPRE HEMOS VIVIDO EN EL CASTILLO, Shirley Jackson

«En el pueblo todos nos odian». La que afirma esto, y con toda razón, es Merricat, de 18 años, la protagonista de Siempre hemos vivido en el castillo (1962), de Shirley Jackson.

Merricat vive en la mansión Blackwood con su hermana mayor Constance y con el tío Julian, postrado en una silla de ruedas y afectado de demencia senil. El resto de la familia murió misteriosamente envenenada y, aunque la Justicia no pudo demostrar que se trató de un asesinato perpetrado por Constance, en el pueblo todos están convencidos de que fue ella.

Ante la hostilidad de sus vecinos, Constance vive recluida en la casa familiar, cocinando, limpiando y ocupándose del tío Julian. La rutina es su mejor refugio.

Merricat es la única de los tres que todavía se atreve a salir de la casa a realizar las compras. Lo hace con la menor frecuencia posible para evitar las miradas aviesas, las burlas y los comentarios maliciosos de la gente del pueblo. A ella no le importa, ha construido un universo propio dentro de los límites de la propiedad. Un mundo de fantasía y superstición que se rige por normas diferentes a las del exterior.

«Toda nuestra tierra se enriqueció con mis tesoros enterrados en ella, densamente habitada justo debajo de la superficie con mis canicas, mis dientes y mis piedras de colores, todas quizás convertidas en joyas ahora, unidas bajo la tierra en una poderosa red que nunca se soltó, sino que se mantuvo firme para protegernos.»

‘We have always lived in the castle’ fue llevada al cine en el año 2017

Este precario equilibrio se rompe con la llegada del primo Charles a la casa. Su irrupción inesperada, sus modales y sus ideas acabarán sembrando la desconfianza entre las hermanas y precipitando la tragedia.

We have always lived in the castle se puede englobar dentro de ese difuso subgénero llamado «terror psicológico», si bien enriquecido con algunos toques góticos (el gato Jonas, la vieja mansión aislada en el bosque y llena de recuerdos, las costumbres casi decimonónicas de las hermanas…). A esto hay que sumar la violencia contenida que se respira en la atmósfera del pueblo, como un vaso de agua siempre a punto de rebosar.

No es terror sobrenatural, sino muy humano, y por tanto bastante espeluznante. Los personajes son enormes, cada uno en su dimensión. Charles por ejemplo representa la arrogancia y la codicia, mientras que Constance ofrece por una parte un perfecto cuadro psicológico de agorafobia y por otro un ejemplo de amor incondicional, el que profesa a su hermana pequeña.

Shirley Jackson (1916-1965)

Pero por encima de todos destaca la protagonista, Merricat, que cuenta la historia en primera persona y cuyo personalidad es difícil de clasificar. En algunos momentos parece una niña indefensa, mientras que en otros se revela como un ser monstruoso y cruel. Sin embargo, como sucede con Frank Cauldhame, el joven protagonista de La Fábrica de Avispas (otro personaje tremendo), es imposible no ponerse de su parte.

Shirley Jackson crea una atmósfera pesada y casi irreal en este magnífico relato, abordando también otros temas secundarios como el «odio al forastero», en este caso más «odio al diferente», tan habitual en algunas pequeñas poblaciones. Quienes han estudiado a fondo su obra aseguran que el pueblo que aparece plasmado en esta novela es North Bennington, en el estado de Vermont (Estados Unidos). ¿Quedará todavía algo allí de la inquietante Mansión Blackwood?

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2 comentarios en “SIEMPRE HEMOS VIVIDO EN EL CASTILLO, Shirley Jackson

  1. Genial entrada, Daniel (como siempre).
    De verdad esta es una magnífica novela corta. También he visto la película y para mi sorpresa no me desagradó. Creo que respetan bien el espíritu de la obra.
    Un saludo.

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