PADRE RICO, PADRE POBRE, Robert Kiyosaki

Robert Kiyosaki lo reconoce en su propio libro, el best seller mundial Padre rico, padre pobre (1997): no es un buen escritor, ni siquiera es un escritor «pasable». En cambio, sí es un gran vendedor y un tipo con un gran olfato a la hora de invertir.

Desde luego, eso explica el hecho de que haya vendido tantos y tantos libros. Sin embargo, a diferencia de otros gurús económicos, eso no le convierte en un «vendedor de humo».

Las lecciones de este libro son prácticas y valiosas porque están basadas en el sentido común. ¿Quién no está preocupado por la economía y el futuro en los tiempos que corren?

Pero cuidado: es justo advertir a quienes vayan a leer este libro que los ejemplos de negocios de éxito que se explican no son extrapolables a la realidad de otros países, sólo pueden funcionar Estados Unidos y no en todos los casos. Mejor no tratar de imitarle si queremos ahorrarnos dolorosas decepciones.

Educación financiera

Entonces, ¿sirve para algo leer Padre rico, padre pobre? En mi humilde opinión, sí. En primer lugar porque es una lectura entretenida, una especie de autobiografía financiera ilustrada con muchas pequeñas historias de éxitos y fracasos.

El padre biológico de Kiyosaki fue un hombre culto y trabajador, pero demasiado conservador y negativo que sólo ofreció a su hijo una única forma de progresar en la vida: estudiar y ahorrar; el «otro» padre fue en realidad el padre de un buen amigo suyo que acabaría convirtiéndose en su mentor. Un exitoso hombre de negocios dotado de una visión de la realidad mucho más amplia y ambiciosa.

«Ambos tuvieron éxito en sus carreras y trabajaron mucho toda su vida. Ambos tuvieron ingresos considerables. Sin embargo uno de ellos tuvo problemas financieros toda la vida. El otro se convertiría en uno de los hombres más ricos de Hawái.»

El famoso Cashflow Quadrant de Kiyosaki, que aparece explicado en este libro.

El libro más popular de Kiyosaki ofrece a los lectores legos en el mundo financiero una serie de rudimentos para tomar decisiones sensatas. Hay que pensar diferente sobre el dinero y las inversiones, identificando claramente qué es un activo (algo que genera ingresos) y un pasivo (algo que genera gastos). Comprar un coche de lujo no es como muchos piensas «hacerse con un activo», sino todo lo contrario. Una mala inversión, porque jamás recuperaremos el dinero que se ha gastado en él.

«Hay genios sin estudios e idiotas con doctorado«.

Hay muchas ideas luminosas en este libro, como por ejemplo los obstáculos que hay que superar para llegar a ser rico. Entre ellos figuran la pereza y los malos hábitos de consumo, pero también el miedo (a realizar una inversión que pueda generar pérdidas, a abandonar la seguridad de un empleo fijo mal pagado pero seguro en lugar de lanzarse a emprender…) y la arrogancia, esa inclinación a pensar que ya lo sabemos todo, que no hay nada nuevo que aprender.

No es oro todo lo que reluce

Hay también algunos aspectos negativos de este libro que no se pueden ignorar. Es bueno recordar que no se trata de un manual de instrucciones para hacerse millonario, como muchos han creído erróneamente (y han pagado con sonados fracasos).

Robert Kiyosaki en una imagen reciente.

Además, hay que reconocer que el texto de Padre rico, padre pobre es un poco repetitivo. Probablemente a este libro le sobren la mitad de las páginas, ya que, una vez expuestas las ideas básicas, Kiyosaki se dedica a repetirlas hasta la náusea.

«Las clases media y pobre trabajan para conseguir dinero. Los ricos tienen dinero trabajando para ellos«.

Tampoco se puede pasar por alto que buena parte del éxito de Kiyosaki en sus inversiones ha sido consecuencia de tener buenos contactos e informaciones privilegiada. Él no tiene reparos en reconocerlo, es más, afirma que eso forma parte del aprendizaje vital: cultivar relaciones personales provechosas.

Así es, por mucho que el autor nos lo adorne, no es oro todo lo que reluce. Pero a pesar de todo, tengo que decir en favor de Robert Kiyosaki que es un magnífico showman y divulgador. Un tipo que se hizo a sí mismo que sabe de lo que habla y al que siempre da gusto escuchar. Me quedo con el que él mismo considera el principal mandamiento de este libro: la mejor inversión que puede realizar uno es adquirir educación financiera, imprescindible para defenderse del mundo y asegurarse el futuro personal.

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