Naked came the stranger: un fraude literario muy caliente

Conocí esta historia a través de mi amigo Diletante (me tiene prohibido decir su nombre), que es un pozo de sabiduría en los más variados campos del conocimiento. Cierto día, charlando sobre plagios y fraudes literarios, me descubrió la existencia de un libro llamado Naked came the stranger, un best seller publicado en 1969 que escondía detrás una historia poco edificante.

La «autora», una tal Penelope Ashe, se lanzó a contar en las páginas de su novela las aventuras de una ama de casa aburrida, cuya única distracción consistía en practicar sexo con cualquier hombre que se le pusiera a tiro. Las escenas están narradas sin omitir detalles y recreándose en los aspectos más morbosos.

El verdadero objetivo de esta obra no era vender libros, sino demostrar que «todo vale» para vender libros. En este caso, apelar a los instintos primarios de los lectores. Lo cierto es que fueron muchos (y muchas) quienes se hicieron con un ejemplar de Naked came the stranger movidos por la lujuria y arrastrados por sus más bajas pasiones.

Sin embargo, pronto se supo que Penelope Ashe no existía y que el verdadero artífice de esta novela casi pornográfica era el periodista Mike McGrady.

McGrady era un personaje idealista que lamentaba el rumbo que había tomado la industria editorial estadounidense. Según él, la calidad literaria de las obras no importaban siempre que en sus páginas hubiera la cantidad suficiente de escenas sexuales. Para demostrarlo y poner en evidencia a autores y editores, pergeñó este fraude.

Mike McGrady

Naked came the stranger fue creado con la ayuda de un grupo de selectos escritores que compartían el desencanto de McGrady. Penelope Ashe fue presentada ante los medios como una persona real de carne y hueso. Para dotar al personaje de mayor realismo, McGrady usó la imagen de su cuñada, que también estaba en el ajo. Nadie dudó de su existencia. Fue un fraude, sin duda, pero elaborado con buenas intenciones. El resultado fue una novela mala, intencionadamente mal escrita, pero llena de sexo en todas sus páginas.

Las tesis de McGrady quedaron sobradamente demostradas y en pocas semanas se vendieron decenas de ejemplares. Fue entonces cuando él y sus colaboradores decidieron hacer público el engaño. Pero la reacción del público no fue la que esperaban. En lugar de indignarse, se multiplicaron las ventas.

McGrady y sus colaboradores posando orgullosos de su «gamberrada». La mujer de blanco es su cuñada Billie Young, que puso su imagen para crear el personaje ficticio de Penelope Ashe.

Al año siguiente, Mike McGrady publicó otro libro, esta vez sin trucos ni engaños, en el que contaba cómo había nacido la idea de escribir aquella exitosa y demencial novela que había cosechado tan fulgurante éxito. Su título: Stranger Than Naked, o How to Write Dirty Books for Fun and Profit.

Después de escuchar a Diletante con atención, no pude evitar hacerle notar que el éxito de la «novela» de Ashe/McGrady era muy parecido al de Cincuenta sombras de Grey, que revolucionó a no pocas lectoras de todo el mundo hace unos años. Al fin y al cabo, tanto en un caso como en el otro el gran reclamo es el mismo: una fantasía sexual cargada de morbo, sin mayores pretensiones literarias más allá de hacer caja.

Diletante se tomó unos segundos para sopesar a cuestión, pero su dictamen fue implacable: «Ambas son novelas infumables, pero la gran diferencia es que una de ellas fue escrita así a propósito».

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