La tercera entrega de la saga del comisario Kostas Jaritos tiene un inicio grandioso, un desarrollo espectacular y un final decepcionante. Lo explico en esta entrada.
Suicidio perfecto (2003) de Petros Markaris, nos encontramos con un Jaritos de baja, recuperándose de las heridas de la novela anterior, apático y deprimido. Cautivo en su propia casa y vigilado todo el día por su leal y absorbente esposa Adrianí. Pero un extraño e impactante suceso lo rescatará de la monotonía: el suicidio en directo en la tele (y en prime time) de un famoso empresario.
La maquinaria mental de Jaritos se vuelve a poner en marcha. El asunto es tan macabro como enigmático. ¿Qué ha llevado a ese hombre a quitarse la vida frente a las cámaras? Pero eso no es todo: alguien ha enviado a una editorial un manuscrito con la biografía del suicida días antes del suceso. Para más inri, días más tarde hay un nuevo suicidio en directo, acompañado de una nueva biografía póstuma.
Estos terribles sucesos sacuden la sociedad griega y precipitan el regreso del comisario a su puesto (un regreso no exento de obstáculos en muchos sentidos, incluido el sofocante calor del verano ateniense). Y la cosa se va a complicar todavía más.

Con estos ingredientes la novela engancha al lector. En mi caso, me bebí las páginas devanándome los sesos por averiguar los motivos que se escondían tras los suicidios. Todo era tan absurdo e inexplicable… Tal vez por eso acompañé lleno de entusiasmo a Jaritos y demás personajes en este viaje hacia la verdad. Y cuando llegué hasta ella… En fin.
¿Cómo decirlo? Sin destripar nada, solamente indicaré que el desenlace no está a la altura del resto de la narración. Y eso me deja con la misma sensación (pido disculpas por el símil futbolero) de haber visto un gran partido de tu equipo, lleno de jugadas vibrantes, pero que al final acaba en empate a cero.
En todo caso, me lo pasé muy bien leyendo Suicidio perfecto. Los personajes secundarios de la saga son cada vez más brillantes: el jefe Guikas, interesado y no siempre de fiar; la eficiente Kula (el personaje revelación de la novela), el incisivo periodista Sotirópoulos, amigo y enemigo a la vez…
Además, aprendí cosas interesantes de la historia reciente de Grecia y me divertí con las ácidas y calladas reflexiones del comisario sobre el demencial tráfico de Atenas. También sobre la política y la corrupción, así como sobre las viejas costumbres que se pierden. Ese mundo que cambia y que le hace sentirse cada vez más viejo y fuera de lugar.
No es precisamente el mejor libro de la saga. Me quedo con ‘Muerte en Estambul’.
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No eres el único que piensa que Muerte en Estambul es el mejor de la serie del comisario Kostas Jaritos.
Un saludo.
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