campo del alfarero

EL CAMPO DEL ALFARERO, Andrea Camilleri

Los que conozcan el Nuevo Testamento sabrán captar la referencia: El campo del alfarero, o campo de sangre, es el terreno que fue comprado por los sacerdotes de Jerusalén con las monedas de plata que recibió Judas como pago por su traición a Jesús. Así nos presenta Andrea Camilleri la decimotercera entrega* de la serie Montalbano: El Campo del Alfarero (2008).

Así es, el tema central de esta novela es la traición que golpeará a nuestro comisario de un modo especialmente cruel.

El enigma esta vez se presenta en forma del hallazgo de un cadáver en una vieja cantera abandonada. Resulta imposible identificar al fallecido, pero el asesinato lleva claramente la firma de la mafia, con el cuerpo descuartizado en treinta pedazos. Montalbano y los suyos se ponen manos a la obra, pero en el equipo hay una nota discordante: el comportamiento errático y sospechoso de su mano derecha y amigo, el inspector Mimì Augello.

Augello, que se muestra malhumorado y desafiante, solicita (exige) llevar la investigación por su cuenta. Sin duda, sabe algo más. Algo que, como averiguará después Montalbano, tiene que ver con su esposa, con la Mafia, el tráfico de drogas y con una sensual mujer colombiana llamada Dolores Alfano.

“Montalbano recordó cómo en tiempos ya lejanos, cuando el mar se retiraba, solo dejaba algas de olor dulce y hermosas conchas que eran como regalos para la humanidad. Ahora solo devolvía nuestra propia basura».

Sin que falten los habituales toques de humor (casi todos ellos protagonizados por Catarella), en El campo del alfarero la intriga está teñida de cierta amargura. Son muchas las cosas que pesan a Montalbano, peso que ni las delicias gastronómicas de Enzo pueden aligerar: la constatación de que los años pasan y la vejez está más cerca, la decepción de la deslealtad y la cruda realidad del crimen organizado en Sicilia, una hidra de mil cabezas que parece intocable e invulnerable.

De hecho, uno de los pasajes estelares de la narración es la conversación entre Montalbano y el anciano Sinagra, capo de la mafia local. Un tipo cínico y temible. El momento cúspide de la novela.

El Montalbano de El campo del alfarero no es el mismo que el de La forma del agua. Es menos idealista y más áspero. Su carácter se vuelve más lúgubre en cada nueva novela. Es probable que el autor estuviera reflejando sus propios temores (el miedo a la muerte, a envejecer), cargando eso sobre las espaldas de su personaje insignia. Por suerte, la narración no pierde frescura, aunque se tiñe inevitablemente de una extraña melancolía que también alcanza al lector.

(*) Siguiendo el orden en que las novelas fueron originalmente escritas, no cuando fueron publicadas en español.

2 comentarios en “EL CAMPO DEL ALFARERO, Andrea Camilleri

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