Un futuro dorado en el que la violencia no existe y donde todos los esfuerzos humanos se vuelcan en la búsqueda del progreso y el bienestar. No suena nada mal. Esa es la sociedad perfecta que nos presenta C. S. Rodríguez en su novela En un Universo casi como el nuestro.
¿Cómo se ha llegado a ese estadio ideal? Todo ha sido posible gracias al «Gran Cambio», una modificación genética masiva que tuvo lugar en algún momento del siglo XXI, salvando al planeta de una destrucción total, y que dos mil años más tarde ha dado como resultado un mundo seguro y feliz.
Bueno, casi feliz. Al parecer, algunos individuos conservan rasgos de personalidad que se consideran vestigios de aquellas viejas emociones humanas ya superadas: la rabia, la ira, la frustración… Sara, la curiosa protagonista de la novela, tendrá la oportunidad de conocer a algunas de estas personas y al mismo tiempo indagar sobre cómo era la gente antes del «Gran Cambio».
En sus primeros compases la novela discurre por estos derroteros, en un escenario modélico de orden y bienestar. Pero hay algunas cosas que no acaban de encajar y que llevan a Sara a hacerse algunas preguntas incómodas. Esta parte, donde se describe el funcionamiento de la nueva sociedad al tiempo que se plantean algunas sombras dentro de un escenario aparentemente tan luminoso, nos evoca la inmortal distopía de Un mundo feliz escrita por Aldous Huxley.
Pero hay un giro inesperado en la historia (no puedo decir de qué se trata sin destripar la trama). Un descubrimiento que va a tener un impacto de consecuencias imprevisibles para todos. Unos lo acogen con la esperanza de saber más acerca del ser humano y su historia anterior; en cambio, otros temen que los nuevos acontecimientos puedan acabar destruyendo todo lo que se ha conseguido en estos siglos de esplendor.
Se trata de una novela escrita con un estilo muy sencillo, fácil de leer y que me consiguió sorprender cuando me parecía que la trama iba por un camino bastante previsible. Las cuestiones científicas son planteadas muy por encima, sin entrar en demasiados detalles. Eso tal vez podría defraudar a los fans de la ciencia ficción hard, pero yo no me cuento entre ellos. Otro aspecto que hay que mencionar es la ausencia de profundidad de los personajes. Esto no tiene por qué ser negativo, es solo un recurso que muchos autores del género (como el gran Arthur C. Clarke) han usado frecuentemente para evitar eclipsar el mensaje o la trama central de su obra.
Pero lo mejor de En un Universo casi como el nuestro es que el lector se encuentra con interesantes debates éticos sobre los que reflexionar. Por ejemplo: ¿Es moral modificar genéticamente a los seres humanos, aun contra su voluntad, en pro de un bien mayor? ¿Es admisible suprimir la siempre imperfecta democracia por un gobierno único que trabaje, incluso sin sombras de corrupción, por el bien común?
Sin duda, se trata de dilemas no tan ajenos para nosotros. Asuntos sobre los que resulta bastante complicado posicionarse. O tal vez no. Siempre suelo decir que las buenas novelas de ciencia ficción son esas que nos plantean las grandes preguntas de la existencia, obligándonos a pensar. Y la obra de C. S. Rodríguez sin duda lo hace.
Es natural que en un mundo como el de esta novela los personajes sean planos. El planteamiento es interesante. Cada vez que alguien ha implantado un gobierno único el resultado no ha sido el bien común precisamente. La apunto. Muy buena reseña. Saludos 🙂
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Hay que desconfiar de los gobiernos únicos. Bueno, por norma yo diría que lo más sensato siempre es desconfiar del gobierno, sean quienes sean los que formen parte de él.
Un saludo.
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