solicidad

LA SOLICIDAD, Manuel Paz Sacaluga

Antes de lanzar el tercer volumen de la trilogía de «Huida a Roma», Manuel Paz ha decidido realizar un cambio de registro y presentarnos una peculiar obra de alto contenido filosófico: La solicidad (2023).

En esta ocasión es el autor quien nos habla en primera persona presentándonos una historia cuyo hilo conductor son las conversaciones con su hija. El resultado es una curiosa mezcla de realidad y ficción donde asistimos también a una proyección de un futuro probable: el del propio autor y el de nuestro mundo en general.

Parece evidente que hay una buena parte de contenido autobiográfico en esta obra, aunque en algunos puntos resulta complicado marcar la línea entre lo que es cierto y lo que es imaginado. En cualquier caso, eso es algo que no afecta en absoluto al sentido del libro, al menos a ojos del lector.

Decía al principio que Manuel Paz cambia de registro, aunque bien pensado, no tanto. Ya en sus anteriores novelas «romanas» hay muchos diálogos que parecen inspirados en la mayéutica, en los que el maestro formula preguntas al alumno para que este reflexione y alcance sus propias conclusiones. Aquí será Manuel Paz el maestro y su hija la alumna, aunque en algunas ocasiones los papeles parecen invertirse.

«La masa no sólo te puede llevar a la infelicidad, sino que incluso te puede trasportar a la esclavitud y la muerte»

El diálogo se revela como un recurso especialmente útil para exponer todas las reflexiones que el autor quiere transmitir sin que la lectura resulte excesivamente densa o pesada. Toma la apariencia de un juego inocente que al final nos atrapa en sus redes, una invitación a pensar y a mirar la realidad desde puntos de vista de lo más diverso.

En las páginas de La Solicidad encontramos con un extenso despliegue de citas, reflexiones e ideas filosóficas, buena prueba de la erudición del autor. Seguro que los lectores no podrán evitar subrayar alguna que otra de estas sentencias, para retenerla o añadirla a su repertorio personal.

«Dale a un libro la oportunidad de veinte o treinta páginas, si no aporta conocimiento o entretenimiento tan siquiera, ciérralo para siempre»

Y así, entre diálogo y diálogo, la historia avanza, la vida pasa. Hay momentos de felicidad y alegría, pero también de duda y miedo. Sin desvelar nada más, solo diré que hay un giro que estremece y descoloca al lector. Pero al final del camino está la búsqueda de la idea de la «solicidad», concepto que podría definirse como el encuentro entre la soledad y la felicidad (que me perdonen Manuel Paz y su hija Tais si no lo he entendido bien).

En resumen, mi opinión sobre La solicidad es muy positiva. Debo reconocer que tal vez pesen en mi juicio dos aspectos: por una parte, mi fascinación por el mundo clásico, compartida con el autor; por otra parte, la alegría de descubrir que coincidimos en algunas interpretaciones de la realidad que nos rodea (alejada por cierto de la versión oficial) y los acontecimientos que tanto han afectado a las vidas de todos en los últimos tiempos. Una lectura más que recomendable.

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