TOMBUCTÚ, Paul Auster

TumbuctuCuando publiqué mi post sobre mejores novelas sobre perros no dudé en incluir Tombuctú (1999), de Paul Auster, un relato diferente con un planteamiento muy original.

El gran protagonista de la novela no es un ser humano, sino un perro llamado Mr. Bones, fiel compañero del vagabundo Willy G. Christmas (seudónimo de William Gurevitch), un tipo trastornado pero igualmente enternecedor.

Christmas está gravemente enfermo y que le queda poco de vida, algo que Mr. Bones también percibe. En un último esfuerzo, tratará de encontrar un hogar para su pobre perrito, que está a punto de quedarse huérfano.

Willy es un enfermo mental y un marginado social. Un escritor frustrado que vive en la calle, sin amigos, sin futuro. Un auténtico desastre. Pero al mismo tiempo es un tipo con destellos de lucidez y cargado de buenas intenciones.

«Eso es todo lo que he soñado, Sr. Bones. Hacer del mundo un lugar mejor. Traer un poco de belleza a los rincones monótonos del alma. Puedes hacerlo con una tostadora, puedes hacerlo con un poema, puedes hacerlo tendiendo la mano a un extraño. No importa qué forma tome. Dejar el mundo un poco mejor de lo que lo encontraste. Eso es lo mejor que un hombre puede hacer».

En sus erráticos monólogos se mezclan humor y filosofía. Ese catecismo demente es un faro en medio de la oscuridad para su fiel compañero, Mr. Bones, que se las tendrá que ver en un mundo hostil donde la vida de un perro callejero no vale nada y donde los humanos son casi siempre una amenaza.

¿Qué hay detrás de la muerte? Willy se lo ha explicado muchas veces a su querido chucho, abrumado por la inminente partida de su compañero humano: un viaje a un lugar llamado Tombuctú. Un lugar feliz.

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Paul Auster

Mr. Bones no es un perro como los demás. Es un ser consciente capaz de entender a los humanos y de pensar por sí mismo, aunque en todo momento sus pensamientos siguen la lógica de un perro, no la de un humano.

En todo caso, escucha con atención las enseñanzas de su amo, disfruta de su compañía y sufre con él. La «sabiduría» de su dueño y su propio instinto animal es todo con lo que contará para sobrevivir perdido en las calles de Baltimore.

La narración es muy entretenida y consigue emocionar al lector en más de una ocasión, pero no se trata de una fácil novelita lacrimógena. Tal vez Timbuktu no esté, como dicen los entendidos, a la altura de la trilogía de Nueva York que tanta fama dio a su autor, pero es una lectura muy recomendable.

A pesar de lo que pueda parecer, tanto el desarrollo como el desenlace no son nada previsibles. Tras las primeras páginas uno cree intuir por dónde va a discurrir la historia, pero todo será diferente. Si lo quieres comprobar, lánzate a leer esta preciosa novelita.

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