A su imagen (2018) es la última novela hasta el momento del aclamadísimo Jérôme Ferrari, y en ella es el poder de la imagen el que claramente marca el camino, algo que ya se esboza en el mismo título.

La fotografía es el hilo conductor del libro hasta sus últimas páginas, igualando e incluso superando en protagonismo a Antonia, la protagonista humana de esta historia.

Antonia fallece en un accidente de tráfico en una carretera de su isla natal, Córcega, y es su padrino, párroco del pueblo metido a cura a una edad ciertamente tardía, quien oficia su funeral. En una elaborada construcción, el réquiem sirve para estructurar cada capítulo de la novela y repasar la vida de Antonia.

A través de esta narrativa retrospectiva, descubrimos a la niña que se convierte en mujer y que conoce al hombre que marcará su vida: Pascal, alma atormentada que canaliza su enfado con el mundo entregando su vida a la causa nacionalista corsa.

Yugoslavia

El lector descubre también la incierta aventura de Antonia en una Yugoslavia en guerra, a principios de los 90, a donde viaja por su propia cuenta y riesgo huyendo del periodismo provinciano y barato de Córcega. Allí descubre la peor cara del ser humano. En las cartas que envía a su padrino relata el horror vivido y sus reflexiones sobre el poder de las imágenes:

«Ella le habla de las fotos que tomó. La conmoción que sin duda causarán si se publican. Intenta deshacerlo suavemente. Hasta el momento, ninguna foto, ningún artículo ha causado conmoción, excepto tal vez la conmoción innecesaria y fugaz del horror o la compasión. La gente no quiere verlo y si lo ve, prefiere olvidarlo. No es que sean malos, egoístas o indiferentes (…), pero es imposible mirar estas cosas sabiendo que no hay absolutamente nada que hacer para cambiarlas. No tenemos derecho a esperar eso de ellos. Lo único que pueden hacer es mirar hacia otro lado. Se indignan y luego miran hacia otro lado».

Tanto en esa Yugoslavia que se desangra por la guerra como en esa Córcega cerrada que se niega a evolucionar, el autor aborda los grandes temas de fondo del libro: el «voyeurismo» de la mirada fotográfica y la dificultad de trazar es línea que separa una imagen «honesta» de otra «obscena».

«Sí, las imágenes son una puerta abierta a la eternidad. Pero la fotografía no dice nada sobre la eternidad, se deleita en lo efímero, da testimonio de lo irreversible y devuelve todo a la nada».

En algunos momentos de la narración estas reflexiones llegan a eclipsar a la propia historia. Pero no hay que engañarse: esa, y no otra, era la verdadera intención de Ferrari cuando escribió À son image.

Córcega

En un segundo plano hay también una crítica velada (o no tanto) al nacionalismo corso, su lucha absurda y su idealización de la violencia. Una causa que consume y finalmente destruye las vidas de quienes a ella se consagran.

«Miró el futuro de su isla con un terror desprovisto de toda condescendencia, porque de  un lugar donde se aplauden los asesinatos, uno solo puede esperar lo peor».

Pero no se trata solamente de Pascal y sus compañeros de lucha, en realidad todos los personajes aparecen ante el lector como si estuvieran encerrados en un callejón sin salida: Antonia intenta en vano cumplir con su vocación como fotógrafa, mientras que sus amigos de la infancia son incapaces de abandonar la dinámica de un nacionalismo tan ancestral como estéril.

En definitiva, gran novela e interesante lectura que recomiendo a los lectores de este blog.

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