
He aquí una novela histórica ambientada en la Antigua Grecia que se sale un poco de la línea habitual: Hijos de Esparta (2005), de Nicholas Nicastro.
A diferencia de casi todo lo que hemos podido leer desde el boom del cómic y la película «300», la historia que se cuenta en esta obra no canta las gestas épicas y las hazañas militares de los temibles espartanos. Al contrario, esta novela narra uno de los episodios más humillantes de la historia de la polis.
Si el sacrificio del Paso de las Termópilas ante los persas fue una derrota gloriosa, en cambio la rendición de los espartanos rodeados por sus enemigos en la isla de Esfacteria en el año 425 a.C. no tiene nada de honorable.
Nos encontramos en los primeros compases de la Guerra del Peloponeso, que enfrentó a las dos potencias de la Hélade, Atenas y Esparta con sus respectivos aliados. A grandes rasgos, se podría decir que los primeros dominaban el mar, mientras que los segundos eran imbatibles en tierra. Al menos hasta ese momento. Tras el asedio fallido el puerto de Pilos, los espartanos se retiraron a Esfacteria, donde quedaron bloqueados por la flota ateniense.
Cuando aquellos más de cuatrocientos orgullosos espartanos tomaron la decisión de entregar las armas en lugar de luchar y morir, la vergüenza eterna cayó sobre ellos. Fueron condenados al destierro y perdieron todas su posesiones (aunque en Esparta casi todo pertenecía ya al Estado).

La virtud más destacada de Hijos de Esparta (título original en inglés: Isle of Stone) es la de contar estos sucesos con detalle y rigor, explicando cuáles fueron los errores que condujeron a la derrota, los cuales se pueden resumir en la excesiva arrogancia de los estrategos de Esparta y los defectos de su doctrina militar, ya en aquel momento anticuada, que despreciaba el uso de armas ligeras por no ser estas «dignas de un hombre».
Dejando de lado la lectura histórica, en lo literario la narración de Nicastro empieza muy fuerte, con la cruda historia de la madre del protagonista, Antálcidas, sobreviviendo después del devastador terremoto de Lacedemonia que causó una sangrienta revuelta de los hilotas, sometidos a los espartanos.

La historia personal de Antálcidas es el pretexto para contar el capítulo histórico de Esfacteria, aunque el recorrido narrativo hasta ese momento es largo. Para los aficionados a la historia antigua es una gozada adentrarse en los recovecos de la agogé, la educación espartana, así como en los entresijos de una sociedad en la que todo giraba en torno a la vida militar y a la entrega total del individuo para la defensa de la patria. Como dicen los famosos versos del espartano Tirteo que durante siglos inspiraron a los espartiatas:
«¡Qué bello es morir por la querida Patria!»
De este modo, las andanzas de Antálcidas quedan supeditadas a este objetivo narrativo, por eso a veces resultan un poco artificiosas. A mí no me importa, pues creo adivinar que ese era precisamente el propósito del autor. Aún así, hay algunos momentos memorables y emotivos como el sacrificio del protagonista para limpiar su nombre y reconciliarse con su patria.
En definitiva, Hijos e Esparta es un buen contrapunto a otra magnífica novela, la famosa Las Puertas de Fuego, de Steven Pressfield. Ambas nos muestran, desde perspectivas distintas, las luces y las sombras de los legendarios guerreros lacedemonios: la batalla contra los persas donde se forjó el mito y la deshonra de Esfacteria contra los atenienses, que acabó echando ese mismo mito por tierra.
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Un comentario en “HIJOS DE ESPARTA, Nicholas Nicastro”