LA VIDA ES UNA NOVELA, Guillaume Musso

Son tantas las sorpresas y los giros argumentales de La vida es una novela (2020), de Guillaume Musso, que va a resultar bastante difícil escribir una reseña sobre ella sin desvelar algunos de sus secretos. Aun así, lo intentaré.

La historia empieza en un ático de lujo en Nueva York. Allí, la exitosa escritora Flora Conway juega al escondite con su hija de tres años, Carrie. Después de contar hasta veinte, se pone a buscarla por la casa, pero la niña no aparece. Es algo imposible, inexplicable. Puertas y ventanas están cerradas a cal y canto, pero pasarán horas, días y meses sin que el misterio se resuelva.

Por otro lado, en París, tenemos a Romain Ozorsky. Otro escritor de éxito que pasa por el peor momento de su vida: al borde de a ruina y con la amenaza de su ex-mujer de apartarle para siempre de su hijo Theo.

Bueno, el lector puede creer que sabe por dónde va a ir la trama, intuir el modo como pueden entrecruzarse ambos hilos… Pero se equivocará. Esta será la primera de las muchas sorpresas que aguardan en esta novela. Me gustaría poder explayarme en este punto, pero debo contenerme.

De lo que llevo leído de este autor (como por ejemplo La vida secreta de los escritores), deduzco que tiene debilidad por lo que llamamos metaliteratura. Es decir, literatura sobre la literatura. No recuerdo una novela con tantas citas y referencias literarias como esta. Por otra parte, es realmente atractivo asistir a la génesis y el desarrollo del proceso literario de la mano de los personajes de la novela, pero también lo es descubrir las miserias del mundillo.

«Los lectores auténticos cada vez abundan menos. A la gente ya no le interesa la obra, sino el artista. Su vida, su careto, su pasad, sus amoríos y las gilipolleces que publica en las redes. Cualquier cosa antes de leer.»

Sin embargo, no es esto lo que hace de La vida es una novela una obra tan peculiar. Leer esta novela es como pasear por el hilo de un funambulista. Cada nuevo paso es un vuelco, cada nuevo giro nos sume en el estupor. En algunos momentos existe el peligro de caer en la confusión y que no seamos capaces de distinguir entre lo real o lo ficticio, pues la línea divisoria es muy tenue.

Este camino lleno de saltos y curvas sin señalizar se recorre fácilmente gracias al estilo fresco y directo del autor. Sin ser una novela de acción, la narración no nos concede ni un respiro. Diría que se puede leer de un tirón, en una o dos tardes, pero en realidad será necesario hacer alguna que otra pausa para digerir todo lo que va sucediendo.

«Porque, fundamentalmente, escribir era eso: desafiar el orden del mundo. Conjurar mediante la escritura sus imperfecciones y su absurdez».

Si tuviera que poner alguna objeción a esta novela, diría que rizar tanto el rizo es, para mi gusto, un poco excesivo. Tal vez Musso abusa demasiado de lo impredecible, lo cual pone en riesgo la verosimilitud del relato. Sin embargo, el resultado final es tan bueno que no queda más remedio que ser indulgente y resignarse a disfrutar del encanto de esta obra. Al fin y al cabo, muchas veces también nuestras propias vidas, por insulsas que sean, nos regalan episodios que parecen sacados de una novela.

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