
Ayer falleció uno de los escritores de viajes que más me han hecho soñar y disfrutar: Javier Reverte, madrileño universal, contador de historias y viajero empedernido. Vaya dedicada a él esta humilde reseña.
Vagabundo en África (1998) es la segunda entrega de la famosa «Trilogía de África» del autor. Es un nuevo viaje al continente negro, esta vez por tierras de Sudáfrica, Zimbabue, Tanzania, Ruanda y la República Democrática del Congo.
El destino final de Reverte es precisamente el río Congo, el sobrecogedor escenario natural de la novela En el corazón de las tinieblas, de Joseph Conrad. Una lectura que se convierte en una especie de faro para el autor.
Curiosamente la narración se inicia en la última etapa del viaje. Reverte, embarcado en el vetusto ferry que recorre el río, nos cuenta cómo tiene que enfrentarse a la muerte en forma de guerrillero congoleño totalmente drogado que le apunta con su Kalashnikov.
Como siempre, el autor nos ofrece un relato entretenido bien enriquecido con datos geográficos e históricos de los lugares que va visitando, algo que ya se había visto en su trabajo anterior, El sueño de África. También abundan las referencias literarias a otros viajeros y escritores cuyas lecturas le sirvieron de inspiración:
«Viajaba en la estela de Joseph Conrad, dejando ya muy atrás el puerto de Kinshasa y en dirección al lejano Kisangani, el conradiano «corazón de las tinieblas», en el río que también habían navegado André Gide y Graham Greene y por donde mucho antes descendieron las canoas de los exploradores Stanley y Brazza. La euforia de cumplir un acariciado propósito hacía de mí un viajero feliz.»
Pero sobre todo, lo que encontramos en los libros de Reverte es una mirada subjetiva pero honesta de lo que ve y lo que siente. Eso es precisamente lo que marca la diferencia entre una aséptica guía turística y un auténtico libro de viajes escrito con el corazón y las tripas.

Reverte consigue contagiarnos su entusiasmo y su excitación ante el viaje. La ruta ha sido previamente trazada sobre el mapa, pero todo puede cambiar en un instante: cada parada en el camino es un descubrimiento, cada jornada es una nueva aventura.
«Viajar prolonga tu vida, la llena de rostros y paisajes, de cantos de otras voces y de horizontes que ignorabas».
La tierra de África es como carne herida. El libro nos describe el devastador paso de los imperios coloniales europeos en estas regiones: el brutal expolio de los belgas en el Congo y el Apartheid en Sudáfrica; guerras entre blancos (bóers e ingleses) y guerras entre negros (el genocidio de Ruanda en 1994). Pero a pesar de toda esa locura y destrucción, la vida sigue adelante. Afortunadamente, la narración está desprovista de maniqueísmo y de moralinas. Al contrario, prevalece el interés por entender antes que juzgar. Y fundamentalmente, por encima de todo, la pasión por descubrir.

En Vagabundo en África Reverte se nos revela como un viajero febril y temerario, que se empeña en viajar hasta el río desoyendo los consejos de todos los que se encuentra a su paso. Cita en varias ocasiones un viejo refrán swahili que ha adoptado como lema propio:
«Donde hay un deseo siempre hay un camino.»
Su empecinamiento casi le costó la vida, pero por suerte no fue así y pudo volver a casa sano y salvo para contarnos su experiencia y regalarnos este maravilloso libro.
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Este post es un bonito recuerdo para Javier Reverte. Gracias
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Gracias, Arantxa. Se le echará de menos. Voy a tratar de subir las reseñas de sus otros libros.
Un saludo.
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